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Armando de Ramón

Armando de Ramón destacó en su rol formador. Sus amenas y apasionadas clases de historia de América Latina son hasta hoy comentadas por quienes fueron sus estudiantes. Es recordado por su rigurosidad en sus seminarios y como director de tesis, pero también por una generosidad reconocida que lo llevó a formar un destacado núcleo de ayudantes, muchos de quienes hoy son destacados académicos de distintas universidades nacionales. Álvaro Góngora, María Angélica Illanes y Gabriel Salazar, entre otros, iniciaron sus carreras académicas en torno a don Armando. Uno de sus estudiantes, René Millar, resume su experiencia como alumno en el Departamento de Historia de la Pontificia Universidad Católica: "allí pude apreciar cómo Armando de Ramón era capaz de motivar a sus estudiantes con sus iniciativas, cómo fue capaz de organizar un complejo proyecto modelo de historia social, cómo manejaba refinadas y modernas tecnologías y técnicas de raigambre sociológica" (René Millar, "Palabra del Decano René Millar en el funeral de Armando de Ramón. Consultado el 2008 en http://www.hist.puc.cl/memoriam/de_ramon/millar.htm.).

Armando de Ramón fue un hombre de profundas convicciones humanistas y sensible a su entorno. Alguna vez señaló que su interés por la historia urbana surgió cuando trabajaba en la Conserjería de Promoción Popular, mientras vivía en las poblaciones de los años sesenta, diseñando el mapa de la marginalidad en Chile. Durante la dictadura militar participó activamente en la Vicaría de la Solidaridad, ejerciendo como abogado. Amparado en su prestigio intelectual, denunció en el extranjero las violaciones a los derechos humanos y en el país fue un reconocido promotor de su defensa, aún tras el retorno a la democracia. Fue colaborador de la revista Mensaje, e integró la Comisión de Verdad y Nuevo Trato, la que emitió un clarificador informe sobre la situación de los pueblos indígenas en nuestro país.