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Ángel Cruchaga Santa María

"Soy más panteísta que místico. Es cierto que en mi poesía he tomado la raíz en la belleza de la Biblia, y de la vida misma, en el dolor de Job como elemento trascendente y altamente representativo del dolor humano de la existencia, y en este sentido bien podría ser místico, pero un místico que no tiene nada de fanático y que vive con los ojos más puestos en lo humano que en lo divino", Ángel Cruchaga Santa María, citado por Raúl Mellado, en "Ángel Cruchaga Santa María, revolucionario de la tristeza".

"Soy la ciudad maldita que la lujuria doma.

Destrúyeme, Señor, bajo tu mano fuerte.

Quémame con tu fuego como antaño a Sodoma.

Sólo puede lavarme la ola de la muerte.

A mí vienen los hombres cansados y mezquinos

con su resto de luz y su áspera impureza.

Se estrellan en mis muros los náufragos destinos.

¡No hay júbilo que pueda engañar mi tristeza!

Sé de la muerte gris que trepa los muros

como larga culebra de amargas contorsiones.

Se destilan en mí los momentos obscuros:

Soy un antro infamante que acaricia ilusiones.

En mí juega el destino como en una taberna;

la gloria y el amor florecen de los dados.

Yo soy sobre el abismo como una playa eterna

donde canta la voz agria de los pecados.

En mi danza procaz Salomé se desliza

y exalta su lujuria los sentidos obscuros.

Los corazones son ánforas de ceniza

que destruye la muerte en tres sus dedos puros"

(Ángel Cruchaga Santa María. "El canto de la ciudad", Fragmento. La hora digna. p. 85.)