La conformación del Frente Popular significó que por primera vez los partidos de izquierda ingresaran al gobierno en la historia de Chile. Por esta razón, la victoria de Pedro Aguirre Cerda despertó un entusiasmo sin precedentes en el mundo popular, a la vez que abrió el sistema político a nuevos actores que habían estado presionando desde hacía décadas para ingresar a éste.

El partido Comunista, fiel a las directrices emanadas de la III Internacional, abogó desde 1935 por la formación de una alianza multipartidista que agrupara a los partidos de centro y de izquierda, imitando las coaliciones que habían llegado al poder en Francia en ese año y en España un año después. En ese sentido, se alejaron de la estrategia de movilización revolucionaria que habían propugnado hasta entonces y adoptaron una postura de compromiso con el sistema democrático y la modernización del país, por la vía de la industrialización, la protección estatal a los trabajadores y la expansión de la cobertura educativa.

El partido Socialista, rival de los comunistas en la búsqueda del apoyo de la clase obrera, se resistió en un principio a integrarse al Frente Popular, hasta que la inminente victoria del candidato derechista Gustavo Ross en la elección de 1938, los forzó a integrarse en la coalición. No obstante haberse reunido para hacer frente a un enemigo común más que por un programa compartido, la alianza entre socialistas y comunistas unificó al movimiento sindical en torno a la Confederación de Trabajadores de Chile, la que se sumó, en 1938, al Frente Popular.