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registros genéricos

Si bien las primeras publicaciones de Adriana Valdés se realizan dentro de un formato académico, con el transcurso del tiempo la autora va experimentando con distintos tonos de escritura que le permiten un contacto más fluido con el lector. Valdés comenta el ejercicio de la lectura como aprendizaje, así como la escritura sobre el amor en la poesía o, bien, el registro de los días como escritura menor y a la vez imprescindible.

Sobre la lectura señala la autora: "Mi padre leía; a su alrededor se respetaba el silencio. Mi casa podía ser atarantada, aterradora a veces, llena de súbitas furias e incertidumbres. La lectura, como la luz de la lámpara de pie, creaba un círculo encantado y protegido de esos avatares. Fueron mis primeras "sessions of sweet silent thought", esas palabras de Shakespeare que parecen hacer ¡ssh! Amé luego el silencio de las bibliotecas, el movimiento siempre lento de los bibliotecarios, los largos estantes de libros. Amé la sala del Fondo General, en la Biblioteca Nacional, su enorme altura, sus mesas, sus sillas giratorias, sus lámparas, esos lujos que eran para todos. Amé la dignidad que adquirían allí los lectores, su aire reservado y a veces maldito. Y las imaginaciones sin fin que parecían venirme de los dedos, cuando pasaban por sobre los ficheros, deteniéndose en un título. Un título que iba escribiendo, en mi imaginación; como el maestro pobre, que por no poder comprar los libros, los escribía él mismo, para no quedarse sin los títulos que le gustaban. Leer y escribir y fantasear y aprender, todo sobre esas mesas cubiertas de vidrio; buscar caminitos navegar, se dice hoy que lleven a la idea que estoy buscando y que no se me aclara si no es por semejanza, o por diferencia, con el texto que tengo al frente. Leer para aprender, por una parte, pero por otra para ir sabiendo lo que ya oscuramente estoy pensando. Amé salir de esa sala sin saber bien cómo iba pisando el suelo, arrastrando el aura bienvenida de la irrealidad hacia la plaza Vicuña Mackenna, hasta el Parque Forestal a veces." (Adriana Valdés. "Viciosa, viajera, sentimental", La Academia imaginaria (1): 17)