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Historia de Curicó (1890)

Al terminar sus estudios universitarios en Santiago, Tomás Guevara Silva (1865-1935) se trasladó a su ciudad natal, Curicó. Allí se incorporó al cuerpo docente del Liceo, donde realizó clases de Castellano e Historia. Su posición como profesor en aquella institución educacional y algunas labores políticas que realizó, como la de Alcalde Municipal, le permitieron tener tiempo y acceso a los documentos históricos de la ciudad para redactar su primer estudio historiográfico titulado Historia de Curicó (1890).

En la advertencia inicial señaló que dicho trabajo lo realizó convencido de "la importancia que tiene para un pueblo la historia del desenvolvimiento de su progreso o la reseña de los principales sucesos, por orden cronológico, que se han verificado en su territorio (…). Quería que documentos y noticias verbales se salvaran del olvido" y reconoció la dificultad que tuvo para encontrar mucha de la documentación histórica, la que complementó con los relatos orales de los habitantes de la ciudad (Guevara, Tomás. Historia de Curicó. Santiago: Imprenta Victoria, 1890, p. 5).

Guevara dio relevancia también al mensaje que recibió de Diego Barros Arana (1830-1907), quien lo motivó a continuar su trabajo investigativo, importante "para el historiador que necesita de guías parciales para formar una crónica general", quien agregó que "usted no puede imaginarse el trabajo que me cuesta el descubrir y comprobar accidentes que habrían debido ser estudiados y referidos en las historias locales" (Guevara, p. 6).

Como señaló el autor, el texto fue estructurado de manera cronológica y bajo el método explicativo de las fuentes utilizadas, común para las ciencias positivistas de su época y para la historiografía nacional del siglo XIX.

Los primeros capítulos se centraron en la exposición de los sucesos ocurridos desde la llegada de los españoles y sus primeros contactos con los pueblos indígenas de la zona del Maule, principalmente a los que denominó como "indios curíes" (picunche), de los que se dio el tiempo para caracterizar sus costumbres y fisiología. Escribió sobre la influencia que tuvieron en la zona los levantamientos mapuche de Lautaro y otros toquis, para lo cual se apoyó en fuentes como La Araucana de Alonso de Ercilla (1533-1594).

Sobre estos pasajes del periodo de conquista y colonización en Curicó, Guevara escribió en una nota al pie que sus principales influencias y apoyo bibliográfico fueron el cronista español Pedro Mariño de Lobera (1528-1594) y su Crónica del Reino de Chile (1595) y los trabajos colonialistas de Benjamín Vicuña Mackenna (1831-1886) y el propio Barros Arana. Señaló además que "hemos despojado también esta narración de episodios novelescos que la historia seria no puede aceptar", denotando su apego a la metodología empírica positivista (Guevara, p. 37).

Expuso sobre la formación de las encomiendas, el abandono posterior de los lavaderos de oros como industria principal y el paulatino desarrollo de la ganadería y la agricultura, que tuvieron su apogeo en el territorio entre los siglos XVII y XIX y destacó el proceso de formación de la hacienda colonial y de división de tierras. Entregó un espacio importante a la formación de los primeros conventos -principalmente el de San Francisco-, iglesias y parroquias. Estas fueron la base de la fundación de la ciudad, en conjunto con la formación del cabildo, la presencia de los corregidores y los cuerpos militares, elementos que Guevara destacó en varios capítulos.

Respecto de la religión, postuló que en Curicó se vivió un verdadero "fanatismo" ya que "el excesivo número de religiosos y días festivos influían de sobremanera para hacer que los individuos vivieran siempre entregados a las prácticas externas del culto, a las novenas, misas, rogativas y aniversarios de santos; a los ejercicios, confesiones y disciplina. (…) Semejante desarrollo del fanatismo convirtió a la sociedad en supersticiosa y crédula. Los fenómenos nerviosos, tan vulgarizados hoy por la ciencia médica y no conocidos entonces, se atribuían a intervención del demonio y de los santos; este era el origen de los endemoniados y de los milagros. Las fantasías de los alucinados sobre apariciones de ánimas, revelación del porvenir y tentaciones del diablo se reputaban hechos verídicos que nadie se atrevía a poner en duda" (Guevara, p. 77-78).

Los capítulos VI al X los centró en los sucesos ocurridos en Curicó durante el proceso independentista, la Guerra a Muerte y el bandolerismo desatado en la zona desde 1830. Destacó los gobiernos locales de Antonio José de Irisarri (1786-1868), quien debió intervenir en el territorio luego de la guerra, y José María Labbé, quien modernizó la administración pública local e intentó introducir el progreso a través obras públicas, de la música, la organización de un cuerpo militar y policial, la instrucción pública -incluida la instrucción para las mujeres-, el cambio de régimen de los cementerios y la resolución de conflictos con la Iglesia Católica, entre otros.

Los últimos capítulos de la obra fueron consagrados a la época de las revoluciones liberales de mediados del siglo XIX y a la participación de la población curicana en los batallones que se movilizaron para apoyar al Ejército en la Guerra del Pacífico.

La obra de Guevara fue un aporte en el desarrollo de historiografías locales, de ciudades periféricas alejadas de los grandes centros urbanos. En ese sentido, la Historia de Curicó contribuyó a la conformación de un relato histórico de la fundación de pueblos y ciudades intermedias del Valle Central conectadas por el "Camino Real", sobre todo entre los siglos XVII y XVIII.

Este texto ha sido citado y utilizado como base para diferentes estudios actuales sobre la reconstrucción de los inicios de las ciudades del Maule y su conexión con la agricultura, en específico con la producción vinícola (Soto, Natalia. "La construcción del paisaje del vino en el Valle Central de Chile: Cauquenes, 1700-1850". Revista Iberoamericana de Viticultura, Agroindustria y Ruralidad, Volumen 2, Número 4, 2015, p. 71-87); la diversidad de la producción agro-ganadera de la zona de Curicó (Lacoste, Pablo. "Viñas y vinos en el Maule colonial (Reino de Chile, 1700-1750)". Universum. Revista de Humanidades y Ciencias Sociales, Volumen 1, Número 21, 2006, p. 1-27); o la relación de los antiguos cementerios con sus ciudades (Martínez, Carlos. "Relatos socio-históricos sobre la conformación de los Cementerios en Copiapó, Caldera y Curicó; y su posterior proceso de preservación como espacios patrimoniales urbanos". Identitas, Número 3, 2016, p. 5-16).