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Traducción de Canciones de Arauco por Manuel Manquilef

En 1916, Manuel Manquilef publicó el libro Canciones de Arauco, que integró traducciones al mapudungun o mapuzugun de poemas de Samuel Lillo Figueroa (1870-1958). A diferencia de otros trabajos de Manquilef, como sus Comentarios del pueblo araucano: La faz social y La gimnasia nacional, en este volumen publicó solo los poemas traducidos al mapudungun, con excepción del poema que cierra el volumen, "El canto a nuestra tierra", la única de las composiciones que presentó el texto en castellano seguido de su traducción al mapudungun a doble columna.

Con anterioridad a este libro, en 1911, Manquilef publicó su traducción del poema "El último cacique", primera composición de Canciones de Arauco (1908) de Lillo, en los Anales de la Universidad de Chile. Posteriormente, en la ciudad de Temuco, en 1913, tradujo "El canto a nuestra tierra", poema que Lillo había leído el 16 de febrero del mismo año en el VIII Congreso Científico General Chileno, como delegado de la Universidad de Chile. La traducción de este poema fue posteriormente reproducida en el número 17-18, de diciembre de 1939-enero de 1940 de la revista Aurora de Chile (1938-1940).

Canciones de Arauco de 1916 incluyó traducciones al mapudungun de siete de los dieciocho poemas del libro homónimo: "La epopeya de los cóndores", "El rey de Nahuelbuta", "El triunfo de la selva", "La caza del puma", "La muerte del árbol", "Paisaje de estío" y "En la frontera"; además de tres poemas de Chile Heroico (1911): "Michimalonco", "Lautaro" y "Caupolicán".

En su "Prefacio", Manquilef, junto con indicar el propósito del libro: la "vulgarización de las poesías cuyo tema es la raza araucana"; presentó el deseo de que tales poemas llegaran a las "numerosísimas escuelas araucanas", para que "los niños" se acostumbraran "a recitar y retener en la memoria las varoniles estrofas en que describe nuestro país y se pinta el orgullo guerrero y el amor al patrio suelo" (Manquilef, Manuel. Canciones de Arauco. Santiago: Imprenta Barcelona, 1916, p. 4-5).

Respecto de la traducción, Manquilef expresó: "Creemos que nadie nos censurará el no haber hecho traducciones fieles y completas, porque todo el que conozca la distancia de dos idiomas no trepidará en afirmar lo descabellado que sería el pretenderlo". Anteriormente, el autor había recibido críticas de Rodolfo Lenz (1863-1938) por las traducciones, calificadas como "literarias" o "libres", que presentó en sus Comentarios del pueblo araucano, las que fueron publicadas en el contexto científico de los estudios de folklore, que -cruzados por ideas del positivismo y el evolucionismo- sostenían que desde el castellano al mapudungun, como ejemplos de lenguas con diferentes "grados de cultura", no era posible realizar traducciones literales, es decir, fieles a su significado, sus recursos y su forma. Por esta razón, en el prefacio de Canciones de Arauco, Manquilef defendió su elección indicando que "la traducción no es, pues, literal, pero sí, exactísima la idea. Sin embargo, puede encontrársele reflejo diferente, según sea el conocimiento y la preparación del lente del observador; porque el idioma del mapuche tiene 'sonidos ásperos y complicados que al pasar a oídos castellanos, por la fuerza y por el instinto de nuestra lengua, tienden a ser modificados o desvirtuados'" (Manquilef, p. 5).

En relación con la recepción de estas traducciones, se ha prestado atención a las decisiones gráficas de Manquilef respecto a la escritura del mapudungun. Tanto estas traducciones como las que publicó en Comentarios del pueblo araucano y en otros dos textos en los que colaboró con Tomás Guevara (1865-1935) -Folklore araucano (1911) y Las últimas familias y costumbres araucanas (1913)- se publicaron en un contexto en que se discutía la mejor manera de representar en la escritura la lengua mapuche, pues algunos de los sonidos del mapudungun no contaban con correspondencia al castellano y requerían tipos especiales de imprenta (Payàs, Gertrudis; Ortiz, José Miguel y Sambolín, Aurora. "Representación de la lengua mapuche en los usos de la traducción de Manuel Manquilef (Maquehue, Chile, 1887-1950)". Meta. Volumen 66. Número 2, 2021, p. 245-246).

En este debate, Rodolfo Lenz había propuesto un énfasis científico en Estudios Araucanos (1895-1897) para la escritura del mapudungun considerando una transcripción fonética de los distintos dialectos de esta lengua, posición orientada al estudio futuro de los lingüistas. Así, esta "escritura, en tanto transcripción, y el énfasis dado a los rasgos dialectales resaltan las diferencias evidentes en la superficie de la lengua, en lugar de su unidad subyacente". Posteriormente, el misionero Félix José de Augusta (1860-1935) publicó Gramática Araucana (1903), libro que, "acorde a su carácter misional, conserva una finalidad práctica que hace indiferentes las diferencias dialectales", elección que se ha considerado como "un primer esfuerzo por dotar a la lengua mapuche de un sistema de escritura ortográfico". Así, De Augusta tomó algunos de los símbolos que propuso Lenz para la escritura del mapudungun, pero simplificó otros, aproximándolos a la escritura del castellano (Payàs, Ortiz y Sambolín, p. 246-247).

En 1911, al publicar la traducción de "El último cacique", Manquilef incluyó una nota al pie en la que especificó cómo debía ser la pronunciación de ciertos sonidos en el mapudungun, empleando convenciones de escritura del modelo de Félix de Augusta. No obstante, no utilizó el símbolo "ә" y "simplificó el repertorio vocálico a seis letras < a >, < e >, < i >, < o >, < u > y < ü >. Esta omisión puede plantearse como una apropiación y subversión de la norma erudita. No se trataría, por tanto, de un error, sino más bien de una decisión consciente sobre la lengua y su representación", opción que también conservó en su colaboración con Tomás Guevara. Ya en sus textos posteriores, Comentarios sobre el pueblo araucano. La faz social y la traducción del poema "El canto a nuestra tierra", Manquilef continuó usando su sistema ortográfico de escritura y, "a partir de esta red de textos que construye, parece ser que no se hace necesario seguir explicando y justificando su ortografía" pues "en Comentarios II no existe ninguna observación sobre las convenciones de escritura" (Payàs, Ortiz y Sambolín, p. 249-250). Sin embargo, en Canciones de Arauco Manquilef incluyó un texto explicativo acerca de la pronunciación de la escritura mapuche llamado "Para la comprensión del texto mapuche", en el que volvió a incluir el símbolo "ә" en su sistema.