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Folklore araucano (1911)

Luego de la ambivalente recepción que tuvo su obra anterior, Psicología del pueblo araucano (1908), Tomás Guevara se dedicó al trabajo de recopilación de fuentes orales junto a su equipo de investigadores y colaboradores mapuche, las que le permitieron conformar un corpus de cuentos, refranes, cantos y otras prácticas culturales del pueblo Mapuche.

Con toda esa información, en 1911 publicó Folklore Araucano. Refranes, cuentos, cantos, procedimientos industriales, costumbres prehispanas, correspondiente al sexto volumen de su plan de trabajo titulado Historia de la civilización de la Araucanía (1898-1902). En ese texto -entendido como libro de transición entre la corriente tradicionalista de la antropología y la etnología positivista-evolucionista y una corriente más analítica y crítica-, Guevara mantuvo una visión racial-lingüística que se hizo cargo de las complejidades de la cultura mapuche, pero mantuvo sus prejuicios sobre la inferioridad psicológica y biológica de ese pueblo con respecto a la sociedad chilena (Lara, Martí. "Ciencias y letras. Discursos de transición sobre la comprensión científica en torno a los mapuche (1900-1910)". Tendencias y perspectivas de la cultura científica en Chile y América Latina. Siglos XIX-XXI. Santiago: RIL Editores, 2019, p. 134).

Tales prejuicios los planteó desde el propio texto de advertencia de Folklore Araucano, al poner de ejemplo a su más antiguo colaborador, Lorenzo Koliman (Coliman), quien, tras su trabajo con Guevara, regresó a su comunidad en los alrededores de Temuco, contrajo matrimonio y vivió "satisfecho de su suerte, compartiendo su tiempo entre las costumbres del pueblo al que pertenece y las tareas de enseñar a leer y escribir a niños indígenas" (Guevara, Tomás. Folklore Araucano. Refranes, cuentos, cantos, procedimientos industriales, costumbres prehispanas. Santiago: Imprenta Cervantes, 1911, p. 4).

En la misma advertencia, dio cuenta por primera vez de los roles que cumplieron cada uno de los integrantes de su equipo, a los que jerarquizó en relación con la sociedad chilena. En primer lugar, destacó como su principal colaborador a Manuel Manquilef (1887-1950), de quien enfatizó su manejo por igual del mapudungun o mapuzugun -la "lengua de sus mayores"- y el castellano -la "lengua de sus dominadores"-, instalándolo en un lugar intermedio y favorable entre ambas sociedades. Manquilef fue el traductor principal del material recolectado por el resto del equipo y también el recopilador de los cantos escuchados en las diferentes reducciones que visitaron en sus excursiones al interior de la región. Guevara atribuyó a Manquilef, además, la recomendación de utilizar en las transcripciones de dicho material las letras "ng" para reproducir ciertos sonidos de la fonética del mapudungun y la utilización ortográfica de la letra ü, ambos extraídos del uso alemán, para la traducción mapudungun-castellano.

Lorenzo Koliman, por su parte, "anotaba en mapuche los proverbios, refranes y frases que oía en las reducciones que frecuentaba" y Felipe Reyes Millán, el otro colaborador, "interrogaba a los indígenas que de todas partes concurren a la oficina de que es empleado", pues era portero en la Oficina de Mensura de Tierras de Temuco, "y hacía también anotaciones de mucho interés" (Guevara, p. 5-6).

Tomás Guevara formó un equipo de investigadores mapuche subalternos bajo su tutela, control y dirección, reconociéndole solo a Manquilef "una escritura para sí, un 'escritorio' propio". Ese abierto reconocimiento a Manquilef se debió, por un lado, a su separación del trabajo con Guevara, al que criticó abiertamente por sus ideas negativas sobre el pueblo Mapuche, y, por otro, a su aparición pública como intelectual mapuche, tras el patrocinio otorgado por Rodolfo Lenz (1863-1938) y la publicación ese mismo año de Comentarios del pueblo araucano: (la faz social) en la revista Anales de la Universidad de Chile, presentado como una contraparte del trabajo de Guevara sobre las costumbres mapuche (Pavez, Jorge. Laboratorios etnográficos. Los archivos de la antropología en Chile (1880-1980). Santiago: Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2015, p. 327-335).

Folklore Araucano sigue la lógica de los estudios de folclor, entendidos tal como lo hacía la Sociedad del Folklore Chileno, es decir, como una rama de la etnología que recoge las manifestaciones, expresiones y creencias culturales de un pueblo, analizadas a través del método inductivo. En este caso, es un tipo de folclor específico, el de un pueblo indígena, que se enmarca en un contexto mayor que sería el folclor nacional del pueblo chileno (Lenz, Rodolfo. "Etnología y Folclore". Programa de la Sociedad de Folklore Chileno: fundada en Santiago de Chile el 18 de Julio de 1909. Santiago: Impr. Y Encuadernación Lourdes, 1909, p. 5-8).

Guevara resaltó la literatura oral del pueblo Mapuche a través de la cual manifestaba "cierto grado de conciencia y de desenvolvimiento intelectual", siendo el material con mayor desarrollo los cuentos, las biografías familiares y las tradiciones, compartidos a la comunidad por los mayores o ancianos en torno al fogón de la ruka (Guevara, p. 8). En el caso de los proverbios y refranes, estos son expuestos de cuatro formas distintas: primero en mapudungun con letras cursivas; luego una traducción literal, seguida de una traducción libre y una explicación. En algunos casos se utilizó también la definición de las palabras para designar herramientas y utensilios, método que se desarrolla de mejor forma en el capítulo III, "Procedimientos industriales y costumbres", agrupados en doble columna, es decir, una columna en mapudungun y otra columna en castellano con traducción libre y párrafos enumerados. Los cuentos y cantos también fueron organizados en doble columna. Además, en cada una de estas expresiones se agregó el nombre del informante o de quien fue escuchado en su momento. El capítulo sobre la industria y las costumbres mapuche abordó los procesos de fabricación de los utensilios diarios, de la platería y joyería, de los procedimientos culinarios, la construcción de las rukas, entre otros.

En todos los capítulos, Guevara se hizo cargo de explicar aquellos elementos que él consideraba externos a la cultura mapuche y que fueron introducidos por el proceso de mestizaje o por el dominio chileno. Del mismo modo, el capítulo final está destinado a todos aquellos elementos externos que fueron agregados por Alonso de Ercilla (1533-1594) en La Araucana y que tampoco son parte, según el criterio de Guevara, de las costumbres mapuche.