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Áreas de desarrollo empresarial

Desde la década de 1840, cuando se consolidó el ideario del liberalismo político y económico en Chile, los puertos se abrieron definitivamente al intercambio comercial con las potencias económicas europeas, el empresariado tradicional chileno propició una de sus transformaciones más profundas y diversificó sus espacios de producción en la medida en que la importación de bienes manufacturados coparon el mercado interno.

A la consolidada red empresarial de productores y comerciantes agrícola-ganaderos de origen colonial, se sumaron las nuevas empresas vitivinícolas, la actividad triguera y la frutícola en general, sobre todo para abastecer a Santiago y las regiones. Aparecieron también nuevos empresarios mineros que reemplazaron a los antiguos mineros coloniales y absorbieron a pirquineros y mineros artesanales, transformándolos en mano de obra asalariada para las diversas faenas.

Para aquello, emprendieron expediciones en el Norte Chico y el desierto de Atacama con la finalidad de encontrar nuevos yacimientos de plata y cobre, lo que dio como resultado el surgimiento de empresarios como George Edwards (1780-1848) y Agustín Edwards Ossandón (1815-1878), Barton Sewell (1847-1915), Diego de Almeyda (1780-1856), Tomás Gallo (1822-1896) y Pedro León Gallo (1830-1877), Gregorio Ossa (1819-1869) y José Santos Ossa (1827-1878) -quien incursionó también en el salitre de Antofagasta, previo a la Guerra del Pacífico-, Thomas Eastman (1841-1890), Charles Lambert (1793-1876), José Tomás Urmeneta (1808-1878), José Tomás Ramos Font, entre otros.

Por su parte, Matías Cousiño (1802-1863) formó junto a su familia la más importante empresa de extracción de carbón en el sur del país, específicamente en Lota y monopolizaron su comercialización, lo que los convirtió en una de las familias más importantes de principios del siglo XX (Cavieres, Eduardo. Comercio chileno y comerciantes ingleses, 1820-1880. Un ciclo de historia económica. Santiago: Editorial Universitaria, 1999).

Algunos de los empresarios de origen extranjero obtuvieron la nacionalidad chilena y desarrollaron sus actividades de manera permanente en el país y formaron varios de los más importantes linajes empresariales hasta bien entrado el siglo XX. Estos apellidos se repitieron en otros ámbitos de las actividades productivas y especulativas nacionales, sobre todo en la administración de empresas, las finanzas y la formación de sociedades anónimas a través de la compra de bonos y acciones, con lo que tuvieron presencia en casi todo el entramado económico del país.

Las principales inversiones de estas familias "(…) se concentraron en actividades financieras, compañías de seguros y operaciones bancarias; más atrás, las actividades de servicios, ferrocarriles e infraestructura urbana y, en forma más reducida, las actividades minera e industrial. El alto porcentaje en sociedades mineras de la década del 1870 corresponde al auge de las explotaciones de plata en el mineral norteño de Caracoles, fenómeno especulativo concentrado entre 1871 y 1873 de incierto resultado. En el caso de inversiones industriales, éstas son mínimas, revelando claramente las características del sistema económico que estaba surgiendo" (Nazer, Ricardo. "El surgimiento de una nueva élite empresarial en Chile: 1830-80". En Bonelli, Franco y Stabili, Maria Rosaria. Minoranze e culture imprenditoriali: Cile e Italia, secoli XIX-XX. Roma: Carocci, 2000, p. 73).

Otra de las particularidades de este grupo de pioneros de mediados del siglo XIX, fue la rápida diversificación de sus actividades, ya que desde la minería del cobre, la plata y el salitre, crearon sociedades anónimas con presencia en otros sectores y con las que abarcaron las finanzas a través de bancos y agentes prestamistas; la compra de terrenos agrícolas en el valle central y en las regiones del sur del país tras la ocupación de la Araucanía; la administración de la actividad portuaria; fundición de metales; explotación de carbón; la fundación de casas comerciales y de industrias manufactureras, principalmente alimenticias, bienes de consumo, de insumos, piezas y maquinaria industrial. De esa manera, tuvieron presencia en las principales ciudades del país como Copiapó, La Serena y Coquimbo, Valparaíso, Santiago y Concepción.

Uno de estos ejemplos de diversificación fue la familia del agricultor y comerciante colonial Francisco Subercaseaux Breton (1730-1800). Su hijo, Ramón Subercaseaux Mercado (1790-1859), continuó con los negocios familiares y llevó sus inversiones al puerto de Valparaíso, donde se introdujo en el rubro de la especulación financiera y en la inversión de capitales en la incipiente industria manufacturera nacional. Su nieto, Francisco Subercaseaux Vicuña (1854-1937) -hijo de Pedro Subercaseaux Vicuña (1854-1937) -, invirtió parte de la fortuna familiar en la industria salitrera con la adquisición de bonos de empresas peruanas, y, con posterioridad, expandió sus negocios comerciales a Europa -principalmente en el rubro de la importación y exportación de bienes-, gracias al financiamiento que le permitió su participación en el sistema bancario y financiero nacional, negocios que fueron seguidos por Julio Subercaseaux (1926-2012).

La tradición de la familia Subercaseaux puede "compararse sin demasiadas variaciones con la de otras familias contemporáneas de la elite, como los Cousiño, los Errázuriz-Urmeneta o los Concha y Toro. En cada una de esas experiencias puede apreciarse cómo el paso de la historia fue transformando a nuestras clases dirigentes pero siempre conservando esa combinación entre elementos "burgueses" y "aristocráticos" que a final de cuentas se configura como uno de sus rasgos más definitorios" (Salazar, Gabriel y Pinto, Julio. Historia contemporánea de Chile II. Actores, identidad y movimiento. Santiago: LOM, 2014, p. 36-37).

Tras la anexión de los territorios de Tarapacá y Antofagasta, muchos capitales de empresarios nacionales se centraron en la inversión de faenas extractivas del nitrato de soda o salitre, industria que se posicionó como la más importante del país entre 1880 y 1920. En esa área de producción, Guillermo Billinghurst (1951-1915) -empresario y político peruano- destacó a firmas como las de Francisco Subercaseaux y su oficina salitrera Peña Chica; Pedro Perfetti y su oficina Camiña; la familia Quiroga y su explotación de la oficina Progreso; José Devéscovi en la oficina Constancia, entre muchos otros, quienes mantuvieron la importancia de los capitales salitreros chilenos frente a la competencia británica, italiana, española y alemana (Billinghurst, Guillermo. Los capitales salitreros de Tarapacá. Santiago: Imprenta de El Progreso, 1889, p. 61).

Gracias a la diversificación de las actividades empresariales desarrolladas en distintas áreas económicas, aparecieron también organizaciones gremiales como la Sociedad Nacional de Agricultura (1838), la Sociedad de Fomento Fabril (1883) y la Sociedad Nacional de Minería (1883), en las que compartieron la mayoría de las principales familias empresariales.