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Fundación y doctrina del Partido Socialista

Las décadas de 1920 y 1930 fueron de profundos cambios políticos, económicos y sociales en Chile. A la crisis estructural que afrontó el gobierno populista de Arturo Alessandri Palma (1868-1950) y la imposibilidad de llevar a cabo su programa de reformas sociales; los golpes de Estado de 1924 y 1925 y la promulgación de una nueva Constitución política que reconfiguró la institucionalidad chilena; la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo (1877-1960) y su posterior caída, fueron factores importantes para la evolución de la organización política de la clase trabajadora y los sectores populares, que generaron un proceso de maduración, a pesar de la represión impuesta en esos años al sindicalismo, al Partido Comunista y a las organizaciones ligadas a las ideas socialistas.

Este contexto abrió espacios para la modificación del sistema de partidos políticos chilenos. Una de esas primeras expresiones fue la República Socialista de 1932, que, a pesar de su corta duración, sentó las bases para la unificación de diferentes organizaciones y pequeños grupos socialistas, civiles y militares, entre ellos los más importantes: Nueva Acción Pública, Partido Socialista Marxista, Orden Socialista y Acción Revolucionaria Socialista (Milos, Pedro. Frente Popular en Chile. Su configuración: 1935-1938. Santiago: LOM, 2008, p. 24).

Fueron estos los que fundaron el 19 de abril de 1933 el Partido Socialista de Chile, bajo los conceptos de "decididas posiciones antioligárquicas, anticapitalistas y antiimperialistas; voluntad de encuadrar la acción revolucionaria analizando la realidad nacional sin someterse a determinadas centrales internacionales; una clara orientación americanista; voluntad de socializar los medios de producción y de otorgar al Estado un papel rector en la vida económica, social y política de la nación; reconocimiento de la existencia de dos clases antagónicas: la burguesía y el proletariado; perspectiva de conquistar el poder para la clase trabajadora, con el fin de poner en práctica, a través del Estado, una verdadera democracia en Chile; y una fuerte crítica al sistema capitalista, a la oligarquía y al capital extranjero" (Milos, p. 25).

El Partido Socialista quedó conformado por grupos de intelectuales, proletarios industriales, portuarios y mineros, empleados públicos, profesores, médicos y sectores de la clase media, pequeña burguesía, exmilitares y artesanos ligados a la vanguardia cultural de inicios del siglo XX.

Entre sus fundadores se encontraron el militar y senador de la República Marmaduke Grove (1878-1954); el abogado y político Eugenio Matte (1895-1934); el médico y político Óscar Schnake (1899-1976); el académico, filósofo y escritor, Eugenio González Rojas (1903-1976); y un importante grupo de jóvenes estudiantes y profesionales de la Universidad de Chile, encabezado por el poeta Julio Barrenechea (1910-1979) y el médico Salvador Allende Gossens (1908-1973), quienes fueron parte del ala socialista del Grupo Avance, colectivo que luchó contra la dictadura de Ibáñez al organizar los centros de estudiantes universitarios y secundarios del país en un solo bloque político. Posteriormente y luego de un breve paso por otras colectividades políticas, se sumaron el abogado y periodista Óscar Waiss (1912-1994) y el profesor y filósofo Astolfo Tapia Moore (1911-1980), entre otros antiguos miembros del Grupo Avance.

En 1933 se publicó la declaración de principios del Partido Socialista, en la que se señaló que este "adopta como método de interpretación de la realidad el marxismo, enriquecido y rectificado por todos los aportes científicos del constante devenir social"; reconocían que el capitalismo dividió la sociedad moderna en clases sociales antagónicas, "una clase que se ha apropiado de los medios de producción y que los explota en su beneficio y otra clase que trabaja, que produce y que no tiene otro medio de vida que su salario" y que la lucha de clases se constituía como el medio a través del cual esta última busca "conquistar su bienestar económico", mientras que la "clase capitalista" estaba representada en "el Estado actual que es un organismo de opresión de una clase sobre otra". Proponían un "régimen económico socialista en que dicha propiedad privada se transforme en colectiva. Durante el proceso de transformación total del sistema es necesaria una dictadura de trabajadores organizados". En ese sentido, para lograr la emancipación de la clase trabajadora "el Partido Socialista propugnará la unidad económica y política de los pueblos de Latinoamérica para llegar a la Federación de Repúblicas Socialistas del Continente y a la creación de una política antiimperialista" (Partido Socialista. Declaración de principios, 1933. En Witker, Alejandro. Historia documental del Partido Socialista de Chile: 1933-1983, volumen I. Universidad Autónoma de Guerrero, Centro de Estudios del Movimiento Obrero Salvador Allende, Chilpancingo 1983, p. 19).

En 1934 Marmaduke Grove publicó un folleto titulado Manifiesto Socialista en el que reafirmó los ideales del socialismo chileno y demostró la intención de integrar al campesinado en las luchas sociales, ya que "la incorporación de los campesinos pobres y medios a la tarea de destruir las oligarquías de terratenientes es un propósito esencial de la política del partido. Esas oligarquías son las aliadas más seguras del capitalismo internacional y contra ellas debe dirigirse, por consiguiente, el golpe decisivo de la revolución agraria" (Grove, Marmaduke. Manifiesto Socialista, 1934. En Witker, p. 25).

Por su parte, Óscar Schnake remarcó en la doctrina socialista basada el carácter nacional y propiamente chileno del partido. Al respecto escribió que "nuestra orientación es profundamente realista. Pretendemos conocer la realidad chilena, interpretarla en su mecanismo económico y social y hacer del partido un instrumento capaz de cambiar esa realidad. Pretendemos movilizar al pueblo entero hacia una acción de Segunda Independencia. Queremos reconocer todo lo bueno de nuestra tradición histórica, política y social al servicio de esa acción (…). Por eso queremos darle un contenido nacional que abarque nuestra manera de trabajar, gozar, sufrir y sentir, para hacer un pueblo nuevo en todas sus facetas. Somos los instrumentos de la revolución que Chile necesita para hacer su historia dentro de la historia latinoamericana y de la humanidad" (Schnake, Oscar. No somos un partido más, 1938. En Witker, p. 24).

En los estatutos del Partido publicados en 1936 luego del IV Congreso Nacional, se integró en su orgánica un Comité Central, encargado de su dirección; comités y congresos regionales; la Federación de la Juventud Socialista; brigadas femeninas, universitarias, sindicales y de defensa; núcleos socialistas, estos últimos definidos como el "organismo primario del Partido", constituidos por nueve militantes, que coincidían en espacios como barrios, talleres, fábricas, oficinas, fundos, barcos, etc. (Partido Socialista. Estatutos del Partido Socialista. Redactados de acuerdo con las resoluciones del Cuarto Congreso. Santiago. Talleres de la Imprenta Cóndor, 1936). Este sistema de núcleos "tendía a conseguir la participación efectiva de todos los militantes del partido (…). Se trataba de contar con militantes conscientemente disciplinados, y con directivas responsables y efectivas" (Jobet, Julio César. El Partido Socialista de Chile. Santiago: Editorial Prensa Latinoamericana, 1971, p. 42).

Durante sus primeros años de existencia, el Partido Socialista logró avances como la formación una vanguardia intelectual al servicio de su programa revolucionario, alcanzar escaños parlamentarios y presentar a Marmaduke Grove como su primer candidato presidencial. Se insertó, además, en el sindicalismo chileno y en el incipiente movimiento de pobladores urbanos, lo que le entregó un respaldo popular importante, en desmedro de otros partidos como el Comunista, que para entonces era rechazado por cierta parte del proletariado, debido a su dogmatismo y dependencia a las directrices internacionales del estalinismo soviético.

Los socialistas de esta época debieron enfrentar también la violencia de grupos paramilitares como las Milicias Republicanas, organización respaldada por el autoritario segundo gobierno de Arturo Alessandri Palma, y también a las "tropas" del Partido Nacionalsocialista chileno. Para dar frente a estos grupos, el propio Partido Socialista creo su milicia uniformada, que en algunas ocasiones actuó armada para defenderse de los ataques de sus adversarios políticos, lo que marcó un primer paso en su proceso de legitimación de la violencia política, a pesar de su característica tendencia democrática, cuestión que abrió conflictos internos con posterioridad.