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En tierras extrañas (1915)

En tierras extrañas (1915) fue la primera novela escrita por Amanda Labarca. A pesar de que había publicado anteriormente dos textos vinculados con los estudios literarios y el feminismo -Impresiones de juventud (1909) y Actividades femeninas (1914), respectivamente-, en esta ocasión Labarca decidió utilizar el formato de "novela de formación" en la que su personaje principal, Carlos del Solar, vive un proceso de transformación y evolución personal.

Carlos del Solar es un joven chileno nacido en la ciudad de La Serena, ingeniero en minas por la Universidad de Chile, quien es enviado por su padre a Estados Unidos, específicamente a Nueva York, para que se especialice en su profesión y viva la experiencia de conocer otra cultura. A través de las observaciones del personaje, Labarca ofrece en su obra un panorama imaginario de la ciudad de Nueva York de principios del siglo XX, imágenes extraídas de su experiencia cuando tuvo la oportunidad de viajar a ese país y estudiar en la Universidad de Columbia.

Desde un inicio, Carlos del Solar se ve abrumado por la inmensidad de la ciudad y la soledad en que se encuentra, junto con un profundo sentimiento de curiosidad. Así lo refleja un pasaje de la novela donde se señala que sentía "un secreto e inconfesado pavor ante la vorágine de esa humanidad indiferente u hostil, mezclado en su corazón con el afán sombrío de conocerla, de desentrañar sus arcanos, de arrancarle sus misterios, de vivir aquella vida en toda su intensidad, apurando, si fuese necesario, las heces del placer o de la muerte" (Labarca. Amanda. En tierras extrañas. Santiago: Casa editorial Tranquedo Pinochet, Biblioteca Americana de Inspiración, 1915, p. 18).

En su periplo, del Solar enfrenta las diferencias de nivel educacional al ingresar a la Universidad de Columbia y a las diferencias culturales entre Chile y Estados Unidos -las que supera al encontrar otros chilenos viviendo en ese país-. En esas circunstancias conoce a Eva Wright, una joven pedagoga de una "colonia infantil".

Según la investigadora Patricia Pinto Villarroel, la amistad y amor de Eva permiten al protagonista ver desde una perspectiva distinta su viaje, ya que ella, al transformarse en su guía y consejera, le permite a este interesarse "vivamente en sus investigaciones académicas, descubre en sí mismo ideales insospechados y se convierte en un hombre decidido a emprender una acción renovadora en su país, comprometido con el destino de la patria, el que vislumbra como el más grande de Latinoamérica" (Pinto, Patricia. "Amanda Labarca (1886-1975)". Escritoras chilenas: tercer volumen, Novela y cuento. Santiago: Editorial Cuarto Propio, p. 112).

Para esta misma autora, del Solar se convierte en un personaje que practica el autoconocimiento a través de un viaje existencial, conoce también su nuevo entorno, revaloriza su lugar de origen y se moviliza de la pasividad a la acción. En ese sentido, este personaje refleja el camino trazado también por Labarca, desde sus años de formación en Chile y en el extranjero y el posterior desarrollo de su compromiso por el cambio social a través de la mejora del sistema educacional chileno. Del mismo modo, las características de Eva Wright son también relacionadas con Labarca, sobre todo sus ideas políticas y su preocupación por la educación, aunque Carlos del Solar es el "portavoz" de la autora.

En 1915, año de publicación de la novela, una nota anónima en la revista Familia dio cuenta de la opinión que generó la misma y entregó una visión parcial de la recepción que tuvo entre sus lectores. El texto mencionado señaló que, a través de la figura de Eva, Labarca "presenta con pluma experta y firme, la figura de la mujer del porvenir, la mujer liberal y fuerte que trabaja, la mujer futura que piensa y tiene libertad, ante cuyos ojos llenos de ambiciones nobles se abren solemnemente todos los derroteros del progreso. (…) es una fragante obra de juventud, pues de ella se desprende un sano optimismo, se abren horizontes de conquista, y es, ante todo, una vigorosa manifestación del feminismo bien entendido. En este libro, la señora Labarca Hubertson ha recogido las múltiples impresiones de su último viaje a Nueva York; y ha pintado con serena gracia y con naturalidad diversos tipos encontrados al azar en su tura viajera. En el triunfo que ha obtenido esta bella obra, hay una inmensa justicia" ("Señora Amanda Labarca Hubertson". Familia. Santiago: Empresa Zig-Zag, Año VII, Número 76, abril de 1916, p. 7).