Subir

Los tres cantos (1917)

Los tres cantos fue el segundo libro que publicó Teresa Wilms Montt en Buenos Aires. Al igual que en su primera obra, Inquietudes sentimentales (1917), la autora firmó como Thérèse Wilms Montt. El volumen incluyó las secciones "Los tres cantos" y "Del diario de Sylvia (Apuntes para una novela)". Por lo general, cuando la crítica literaria se ha referido a Los tres cantos ha aludido a la primera sección, mientras que la segunda ha sido comentada cuando se ha hecho mención a Lo que no se ha dicho, antología póstuma de 1922, en la que se incluyeron ambas partes.

Los tres cantos tuvo varias ediciones, las dos primeras se agotaron prontamente: "Concitó, como cabe suponer, el interés de poetas y artistas. La crítica lo trató bien y su autora, invitada a dar recitales en El Ateneo Hispano de Buenos Aires en la Universidad" (González-Vergara, Ruth. Teresa Wilms Montt. Un canto de libertad. Santiago de Chile: Debolsillo, 2021, p. 136).

En cuanto a su recepción, se ha hecho mención a las referencias a aspectos musicales y religiosos en la obra. Así, se ha considerado que Los tres cantos "se aproxima a la sonata por su voluntad formal de acercarse a la estructura musical, está dividido en tres partes: 'La mañana', 'El crepúsculo' y 'La noche'. Se trata también de una invocación por el tono y la utilización de los verbos en modo imperativo. Pero también un salmo, por la presentación paralela de los tres poemas" (Marrero, Erika. Teresa Wilms Montt. Escritura e identidad. Tesis doctoral Universidad de las Palmas de la Gran Canaria, 2015, p. 345).

Respecto a este último caso, se ha planteado que la obra en su conjunto puede leerse como "una reescritura del género salmo, ejercicio que se realiza respetando y subvirtiendo el referente modélico de la tradición católica denominado 'Liturgia de las horas' y cuya realización estaría motivada por la proximidad del espiritualismo de vanguardia a los discursos religiosos, de los que esta tendencia es profundamente crítica". Los tres cantos reinterpreta la forma del salmo desde diferentes ángulos, entre ellos, el "autoposicionamiento de la sujeto poética como sacerdote autorizado para pronunciar una súplica" y también en la valoración de los símbolos de profundidad que hay en los poemas "en oposición a la valoración de los símbolos luminosos de la religiosidad convencional" (Jerez, Gabriela. "La búsqueda espiritual en 'Los tres cantos' de Teresa Wilms Montt". Teoliterária. Volumen 1, número 1, 2011, p. 82).

En relación con el espiritualismo de vanguardia -"corriente estética basada en la idea de que la vida espiritual y experiencia del alma constituyen el eje de la trascendencia humana, y la interioridad constituye el foco de la creación"-, se ha indicado que en Los tres cantos existe una búsqueda espiritual desde el interior del lenguaje, "ejercicio en que la poesía recupera sus posibilidades de ampliación de la conciencia espiritual" (Jerez, p. 80-81). Otras escritoras que se han relacionado a esta estética son Mariana Cox Méndez (1871-1914) e Inés Echeverría Bello (1868-1949).

En Los tres cantos, esta búsqueda se concretizaría por medio de la utilización de símbolos que permitirían a la hablante poética la comprensión de la realidad. En particular, los símbolos de la piedra y la noche: "La sujeto poética privilegia un régimen en que la angustia frente al tiempo y la búsqueda de la luz quedan desplazadas por un imaginario místico y oscuro, articulado en el simbolismo de la piedra y las gemas. Este trayecto de símbolos configura el imaginario propio de la poeta y le permite mostrar sus vivencias del alma. Por medio de este imaginario nocturno, la poeta logra desarrollar su proyecto de búsqueda espiritual" (Jerez, p. 89).