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El loco Estero (1909)

En 1909, Alberto Blest Gana publicó en París, por intermedio de la casa editora Garnier Hermanos, El loco Estero, la que fue seguida en 1912 por Gladys Fairfield.

El relato de la obra se presenta en el Santiago de fines de la década de 1830 e inicios de la de 1840. Específicamente, el libro abre con el festejo en la capital por la llegada de las tropas militares encabezadas por Manuel Bulnes (1799-1866), luego de su triunfo en la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana el 19 de diciembre de 1939 y el transcurso del argumento "puede calcularse en un año más o menos" (Araya, Guillermo. "Historia y sociedad en la obra de Alberto Blest Gana". Revista de Crítica Literaria Latinoamericana. Año 7, número 14, 1981, p. 51). La trama gira en torno al encierro de don Julián, el loco Estero, quien fue un "excapitán del ejército pipiolo en la batalla de Lircay". Julián "es puesto en prisión en su propia casa debido a las infundadas acusaciones que su hermana, doña Manuela, por razones pecuniarias le ha hecho. El ñato Díaz, personaje principal y eje de acción de la obra, por amor a Deidamia, sobrina de doña Manuela, determina dar libertad a don Julián" (Fábres Bordeu, José Antonio. "Análisis estructural de "El loco Estero". Cervantes virtual. Consultado en septiembre de 2020).

La valoración crítica de El loco Estero ha considerado, por una parte, su carácter "anecdótico, sentimental, costumbrista, histórico o autobiográfico, poniendo en relieve la reiteración de una 'estética del triángulo', cuya matriz de sentido es el amor y el dinero", aspecto que también se ha observado en otras obras del autor, por ejemplo, en La aritmética en el amor (1860). Por otra parte, la recepción se ha detenido en el asunto de la "locura" (Barraza, Eduardo. "Desde que un día leyendo a Balzac: novela/folletín en la narrativa fundacional de Alberto Blest Gana". Alpha. Número 40, 2015, p. 48).

En relación con los asuntos autobiográficos, Alone (1891-1984) mencionó que el personaje de "don Guillén Cunninghan disfraza apenas a don Guillermo Cunningham Blest", padre del escritor. Lo mismo ocurre con los hijos de este, quienes "corresponden, sin duda, a sus hermanos: Guillermo será Guillén, y Joaquín, Javier" (Díaz Arrieta, Hernán. "Prólogo". El loco Estero y Gladys Fairfield". Santiago: Zig-Zag, 1965, p. 11). El mismo Blest Gana señaló que el personaje de Julián Estero, "no es otro que un señor Otero que vivía en Santiago, por los años de 1839 a 1840, en estado de enajenación mental, en la casa de la Cañada arriba, en frente del Cuartel de Artillería, al pie del Cerro, que ocupaban entonces, por mitad, la familia del doctor Blest, padre del novelista, y la familia Otero" (Gana Blest, Alberto, citado en Amunátegui, Domingo. Bosquejo de la literatura chilena. Santiago de Chile: Impr. Universitaria, 1915, p. 565-566).

Respecto del tópico de la locura en la obra, la recepción se ha focalizado en la figura de Julián. Para Andrea Kottow, este personaje comparte similitudes con Hamlet, protagonista de la obra homónima de William Shakespeare (1564-1616), en relación con la incerteza de su estado mental: en este sentido, presenta "una locura caracterizada por, simultáneamente, ser y no ser. Una locura, en el caso de Julián, impuesta como estigma por su hermana, pero hecha posible por ciertos atisbos de delirio que la hacen creíble para una comunidad que decide su sinrazón" (Kottow, Andrea. "Historias de locuras en la literatura chilena del siglo XIX, o la modernidad y sus vicisitudes". Nuevo Mundo. Mundos Nuevos, 2014. Consultado en septiembre de 2020).

A partir del análisis de la recepción de las novelas escritas por Blest Gana, Eduardo Barraza ha notado una tendencia de la crítica a no aludir "al folletín como partícipe de la narrativa del autor" porque, "habitualmente, el texto folletinesco es mirado al sesgo por el canon literario" y "frente a él se guía atendiendo a su presentación como un subproducto de ficción, fronterizo o contaminado con los textos informativos, comerciales y misceláneos propios del periódico en el que se publica". Para Barraza, esta visión se observa en la manera en que se ha leído El loco Estero, a pesar de no haber sido un texto publicado como folletín, pero que sí compartía ciertas características comunes con la "novela popular", como "la condición modelizante" permeada por una intriga amorosa, similar a Martín Rivas (1862): "El loco Estero reproduce el canon de la novela popular por cuanto, el protagonista, de filiación más bien picaresca", Carlos "el ñato" Díaz, "es recompensado con un ascenso social en la medida que pone en evidencia que 'el liberalismo no es una locura política', de modo tal que satisface las expectativas del lector: el héroe asciende, se casa con una mujer de una clase social diferente a la suya y es recompensado, además, con una gratificante dote de 'dos casas' que le hereda su protector (326)" (Barraza, p. 48-49).