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Cabrochico (1971-1972)

La esfera de la industria de la entretención orientada a público infantil en Chile hacia la década de 1970 estuvo mayormente dominada por las producciones de Disney, en las que se combinaban los discursos de la infancia y el consumo. Con matices y diferencias, algunas revistas chilenas tuvieron alto impacto en el público infantil, como Mampato (1968-1978), editada por Lord Cochrane, principal competidora de editorial Zig-Zag, que dio paso a la Editora Nacional Quimantú.

En este escenario, apareció la revista infantil de Quimantú, Cabrochico, que contó con la dirección de Saúl Schkolnik (1929-2017) y la asesoría educativa de María Angélica Rodríguez. Como editor operó Patricio García y en la redacción, Gladys Quinteros. Su equipo de diagramación estuvo integrado por José Maturana, Roberto Tapia, Julio Quiroz y Jaime González; a cargo de dibujos e ilustraciones: Óscar Conti (Oski), Carlos Cabrera (Ariel), Guillermo Durán (Guidú), Luis Jiménez, Katherine Legassa, Jalid Daccarett, José Orellana, Marta Carrasco, Néstor Espinoza y José Enrique Videla. A partir del número 27, la publicación pasó a formar parte de un comité de dirección integrado por Saúl Schkolnik, Diego Echeverría, René Zúñiga, Julio Quiroz, Patricia Spoerer y María Angélica Rodríguez.

Cabrochico perteneció a la División de Publicaciones Infantiles y Educativas de la Empresa Editora Quimantú Limitada y se definió como una revista con el fin de entregar al sector popular infantil una escala de valores cuyo ambiente fuera acorde a la realidad nacional. Esta publicación surgió como un intento por desmarcarse de las influencias culturales referidas principalmente al mundo Disney, donde la ambición por el dinero o la creencia en el mundo de las hadas y duendes se tornaban en contenidos dominantes: "Es interesante constatar la preocupación del equipo de Cabrochico por desarrollar una reflexión y emprender una ruptura con los paradigmas productivos, éticos y estéticos que parecían presidir a la gran industria de la historieta infantil. Es así como en su presentación al público se promueven las caracterizaciones de tipo realista y la inspiración en personajes chilenos" (Facuse, Marisol. "Arte, cultura y política en la experiencia editorial de Quimantú". Quimantú: prácticas, política y memoria. Santiago Grafito Ediciones, 2018, p. 103).

Cabrochico incluyó una batería de personajes inspirados en la realidad local y situaciones extraídas de la vida cotidiana, con historias de niños formados en el campo o en la ciudad, jugando fútbol, buscando alguna alternativa de entretención o corriendo en el descampado de la población. En sus páginas centrales, cada número ofreció un documento armable que podía ser la plaza de una población, un asentamiento campesino, un balneario o un zoológico. Esta modalidad fue reemplazada más adelante con una minicolección de "cuentos imperdibles" en 12 páginas, con títulos como: "El campesino y sus hijos", "El mejor volantín", "El duende de la granja", "Los anteojos de Nano", "Era un viejo teléfono", etc.

Frente a la predominancia de personajes de origen estadounidense como Tío Rico, Tribilín, Mickey, Donald y sus sobrinos, etc., en Cabrochico aparecieron nuevos arquetipos infantiles como Estos cabros, Juanito Investigador, El Payaso Bertoldo, Martín y Kano, Kim, Mini y Mañungo y Panchito, entre otros; personajes de ficción que representaban energías sociales en busca de difundir los derechos de niñas y niños y, al mismo tiempo, abandonar los cuentos y tiras cómicas tradicionales de la cultura de Occidente.

En esta galería de personajes que se desarrollaron en la revista, tanto Mañungo, un niño campesino protector de animales en el ambiente campesino, como Panchito, con dibujos de Carlos Cabrera y guión de Rodrigo Lira (1949-1981), experimentaron con el uso de colores y formas, a la manera de una versión criolla de Alicia en el país de las maravillas, en la que los personajes se convierten a la realidad: el príncipe y la princesa en estudiantes, el ogro en mecánico y el duende en profesor.

Siguiendo la tradición de publicaciones como El Peneca (1908-1960), El Cabrito (1941-1948) y Mampato, con asesoría de sociólogos, educadores y especialistas, Cabrochico publicó su primer número en julio de 1971 con el propósito de transmitir una imagen creadora y constructiva que pudiera inculcar valores de solidaridad y buenos hábitos en un contexto de fuertes transformaciones políticas y sociales. Además de secciones dirigidas al público infantil, en su línea editorial incluyó apartados para adultos: un folleto desprendible al centro de la revista de educación para madres y padres, impreso a dos colores, con información sobre el cuidado de niñas y niños en aspectos referidos a su alimentación, salud o recreación. También una sección denominada "Conociendo nuestro país", reportaje pintoresco dirigido a explorar diversos lugares y geografías de Chile.