Subir

La sátira liberal y conservadora

Tras el término de la guerra de independencia, el espectro político chileno se amplió notoriamente formando dos grandes bandos: liberales y conservadores. Estos nuevos partidos utilizaron la opinión pública y los nuevos medios impresos para masificar sus ideas y retomaron, así, la sátira política.

Hacia 1827 se enfrentaron tres periódicos que utilizaron la sátira como una de sus herramientas políticas: El Verdadero Liberal, El Insurgente Araucano y El Pipiolo. El primer periódico polemizó con los liberales, sobre todo con los federalistas, ya que su publicación estuvo en contra de la Constitución liberal, pero también lo hizo con los conservadores a quienes consideró demasiado retrógrados. Por su parte, El Insurgente Araucano se posicionó del lado del gobierno federalista, aunque defendió ideas más moderadas, mientras que El Pipiolo fue de carácter liberal (Donoso, R. La Sátira Política en Chile, Santiago: Imprenta Universitaria, 1950, p. 17-20). Ese mismo año irrumpió El Hambriento, uno de los primeros periódicos que dio un lugar principal a la sátira política. En el primer número, el editor expresó que su principal intención fue "hablar claro, clarito y muy clarito, caiga donde cayere, duélale a quien le doliere, y pésele a quien le pesare. No se fatigue en averiguar mi partido, mi opinión o mi facción. No soy pelucón, pipiolo ni estanquero" ("El Hambriento. Papel público sin periodo, sin literatura, impolítico, pero provechoso y chusco", Santiago: Imprenta de R. Rengifo, 1927, p. 1).

El fallido estanco del tabaco realizado por la sociedad Portales y Cea fue ampliamente satirizado y criticado por El Hambriento y El Pipiolo. Así, El Pipiolo en su número siete, del 6 de julio de 1827, publicó un diálogo titulado "Diálogo entre un Mayoral de mayorazgo y el Estanco sobre quien deba llevar la gloria en la disolución del Congreso" donde criticó de manera directa al estanco y lo relacionó con el mayorazgo. El Hambriento, por su parte, se burló de los estanqueros a través de versos, en una publicación titulada "Letrilla": "¡Que vida me paso! /yo hago lo que quiero /y al que me incomoda/le digo estanquero / Ninguno me cobra / aunque a muchos debo; / y si hay quien se atreva / con marcial despejo / le digo no pago / que U. es estanquero…" (El Hambriento, N° 1, 20 de diciembre de 1827, p. 4).

Las disputas entre estos nuevos periódicos se mantuvieron vigentes hasta 1829, cuando la guerra civil y posterior reacción conservadora, enmudecieron a la prensa, sobre todo a la más crítica. A finales de la década de 1840, a pesar de que el país se mantenía bajo dominio conservador, la oposición a la ley de imprenta de 1846 propició la aparición de periódicos liberales que se enfocaron en un público más popular. Así sucedió, por ejemplo, con El Amigo del Pueblo, órgano oficial de la Sociedad de la Igualdad que también integró entre sus páginas diversas formas de sátira política. La característica principal que mostró la sátira entre 1830 y 1850 fue la inserción de nuevas formas literarias para expresar opiniones, pasando de los cuartetos y poemas satíricos a la exposición de diálogos entre personajes reales o ficticios, además de cuentos, letanías, fábulas y columnas con tono burlesco e incluso violento. Todas estas sátiras estuvieron cargadas de un fuerte componente político, crítica de los gobiernos, los gabinetes ministeriales y del Congreso. El Amigo del Pueblo, por ejemplo, publicó unos versos titulados "El diputado orejón" para mofarse de los miembros del Congreso, a quienes definió como al servicio del gobierno de Montt. En dichas letras se pudo leer "Si es cierto que me he pasado / es que tengo convicción / de que un ministro de Estado /siempre ha de tener razón / por eso el voto arreglado / al del ministro lo di / ¿señor ministro que digo aquí? / ¿digo que no? / digo que sí? / … en sesión acalorada / pretende la oposición / dejarnos organizada / y en buen pie la educación / yo que estudié nada y nada /a tener plata aprendí / ¿señor ministro que digo aquí? / ¿digo que no? / digo que sí?" (El Amigo del Pueblo, N° 3, 3 de abril de 1850, p. 3).

En el caso del retorno de muchos liberales desde el exilio, la sátira política y el anonimato les permitió reinsertarse en las discusiones y posicionar nuevas ideas frente a lo que interpretaron como un "oscurantismo conservador" que se extendió por treinta años. Las discusiones sobre las leyes liberales, promulgadas con posterioridad, fueron de relevancia en este tipo de expresiones, especialmente las disputas con la Iglesia católica.

Hacia las décadas de 1860 y 1870 se integraron las caricaturas satíricas, que reflejaron y exageraron rasgos físicos de los personajes y contribuyeron a la construcción de historias más críticas y elaboradas, sobre todo en torno a los problemas políticos, sociales y económicos del país. En esa línea, destacaron El Correo Literario, El Charivarí, La Linterna del Diablo, El Padre Cobos y El Padre Padilla, entre muchos otros.