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Discurso de la elite

La expresión de ideas, discursos y debates en torno a las condiciones de vida de los sectores populares, marginados de la sociedad oligárquica, fueron comunes desde la consolidación de la república y la implementación del capitalismo en Chile. A partir de 1860, el crecimiento de las urbes, principalmente Santiago, y la expansión de los modos de producción industrial impusieron precarias condiciones de vida a gran parte de la población. En la misma época, la expansión de la imprenta y la aparición de nuevos diarios, periódicos y folletos, permitió que la élite y la naciente clase media se dedicaran a discutir sobre estos nuevos problemas sociales. En ese sentido, "más que una eclosión brusca, sorprendente y repentina [de la "Cuestión Social"], se produjo un desarrollo acumulativo de dolencias colectivas y una toma de conciencia de muy lenta gestación, en el que los factores propios de la transición hacia la modernización económica -como la industrialización y la urbanización de la segunda mitad del siglo- fueron los catalizadores de procesos preexistentes en la sociedad tradicional" (Grez, Sergio. "Estudio crítico". En La "Cuestión Social" en Chile. Ideas y debates precursores (1804-1902). Santiago: DIBAM, 1997, p. 10-11).

Con esa toma de conciencia de la situación del país, específicamente de la situación urbana, aparecieron diferentes grupos que plantearon ideas sobre la salubridad pública, la higiene social, el hacinamiento en los hogares populares, la prostitución, el alcoholismo, la delincuencia y el vagabundaje, entre otros.

De estas voces es posible identificar un grupo conservador y moralista, que pensó la situación social de los sectores populares como consecuencia de sus costumbres y modos de vida, y no relacionaron directamente los problemas sociales con la transformación de las ciudades o la industrialización. Para este grupo, la solución estaba en potenciar un cambio en la conducta de los sujetos, propuesta que apoyó la Iglesia Católica, sus grupos de acción y sectores caritativos cercanos a ella. Junto a las obras de caridad y el asistencialismo, se plantearon algunas ideas para hacer reformas sociales y políticas desde el Congreso. La concepción de familia como el núcleo de la sociedad fue de gran importancia para este discurso, ya que, según ellos, la familia alejaba a los sujetos de la promiscuidad sexual y de los males que esta podía acarrear, además de dar un sentido moral, de pertenencia y compromiso.

Un segundo grupo fue el liberalismo tradicional, que al igual que los conservadores, creyeron en la hipótesis de los cambios culturales y apoyaron diversos proyectos de ley, decretos y normativas tendientes a mejorar las condiciones de vida, además de otros para disciplinar comportamientos delictuales o fuera de los cánones tradicionales. Fue este grupo el que planteó la necesidad de adoptar el higienismo como idea central para combatir las "enfermedades sociales", además de proponer ideas para el mejoramiento de la "raza chilena" a través de la ampliación de la atención de salud pública y la educación. A pesar de su diagnóstico, liberales y conservadores continuaron con los cambios y proyectos de transformación de la ciudad, que afectaron a los sectores sociales marginados de ese proyecto.

Posteriormente, al interior del liberalismo tradicional proliferaron ideas mucho más radicales en pos de un cambio profundo en el sistema económico y las instituciones políticas del país. Este tercer grupo creyó necesario seguir un camino revolucionario para mejorar la vida de los sectores populares, a los que identificaron como artesanos, obreros, campesinos, pequeños comerciantes y mineros. Muchos de ellos fueron parte de la denominada Sociedad de la Igualdad, mientras que un sector más moderado se concentró en la creación del Partido Radical y otros fueron parte del Partido Democrático (1887-1941), el que albergó en sus filas a parte del artesanado y el proletariado ilustrado. Según esta parte de la élite, era necesario ayudar a la "regeneración de pueblo" a través de la educación y la asociación política de estos sujetos, quienes habían caído en manos de la explotación a través de la industrialización y el trabajo en los campos, y en vicios como el alcoholismo.

Finalmente, y derivado del pensamiento anterior, a partir de 1900 fueron los mismos sectores populares quienes conformaron su propio pensamiento respecto a la Cuestión Social y sus soluciones. Este proceso se fortaleció gracias a la formación de la conciencia de clase en los obreros industrializados, ideas que fortalecieron posteriormente otros movimientos sociales. Todos estos discursos se enfrentaron tanto en la opinión pública como en el parlamento y tensionaron las relaciones entre las diferentes clases sociales que se vieron enfrentadas en base al proyecto modernizador de la elite política y económica nacional.