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La cueva del loco Eustaquio (1863)

La cueva del loco Eustaquio, única novela de Zorobabel Rodríguez, fue publicada por entregas en el periódico El Bien Público (1863-1864) durante 1863, año en que también se editó como libro.

El Bien Público fue un periódico conservador, en el que Rodríguez participó por primera vez en la prensa y del que llegó a ser redactor. Este medio fue el antecesor de El Independiente (1864-1890), en el cual el autor también trabajó por dos décadas, ocupándose de su sección editorial (Silva Castro, Raúl. Prensa y periodismo en Chile. Santiago: Ediciones de la Universidad de Chile, 1958, p. 230).

En la primera aparición de la novela en el espacio del folletín, el texto fue precedido por un artículo que elogió, entre otros aspectos, sus pasajes moralizantes, las profundas reflexiones del loco -protagonista de la historia- y el uso del castellano en la obra. Sobre este último aspecto, se valoró su "esmerada corrección del lenguaje", por medio de la cual el "autor manifiesta conocimientos nada comunes en el idioma de Cervantes y encontramos a cada paso mil ejemplos de la castiza y encantadora fraseología de los buenos tiempos de nuestra lengua" (Olivares, C. de. "La cueva del loco Eustaquio". El Bien Público. N°1, p. 1).

En 1877, apareció una segunda edición de La cueva del loco Eustaquio a cargo de Enrique Nercasseau y Morán (1854-1925). Rómulo Mandiola (1848-1881), en un artículo publicado en La Estrella de Chile (1867-1879) en 1878, lamentó, por un lado, que en esta nueva edición se eliminaran "chilenismos que contribuían poderosamente a conservarle su aire nacional y que hacían de ella una fuente en que, tarde o temprano, pudieran estudiarse las transformaciones de nuestro peculiar idioma de chilenos"; y, por otro lado, que mantuviera "escenas de alcoba" (Mandiola, Rómulo. "Don Zorobabel Rodríguez". Estudios de crítica literaria. Santiago de Chile: Andrés Bello, 1968, p. 152).

La cueva del loco Eustaquio -aunque referida de manera tangencial- ha sido mención obligatoria en las biografías del autor o en estudios de sus trabajos, en los que se indica como un antecedente de su producción.

El motivo del "loco de la cueva" tuvo su origen, según señaló Benjamín Vicuña Mackenna (1831-1886), en la figura de un "excéntrico" que vivió en la cueva del cerro Mayaca de Quillota a inicios del siglo XIX, quien tomó la ropa de un clérigo que había muerto de tisis y que fue arrojada al cerro ("Quillota". De Valparaíso a Santiago. Santiago: Imprenta de la Librería del Mercurio, 187, p. 260-261).

En su recepción particular, la obra se ha leído como una novela de estética romántica por "su sentimentalismo y por la interpretación subjetiva que se hace de todo lo que se ve y siente" en la voz del protagonista, quien relata cómo llegó a ser un sujeto marginado, conocido como "el loco de la cueva", luego de que se le impidiera estar con la mujer que amaba (Illanes Adaro, Graciela. "Evolución del sentimiento estético del paisaje en la literatura chilena". Anales de la Universidad de Chile. Número 35-36, 1939, p. 220-222).

La novela también ha sido inscrita en la estética costumbrista (Uribe, Juan. Tipos y cuadros de costumbres en la poesía popular del siglo XIX. Santiago: Pineda Libros, 1974, p. 3) debido a las escenas que retratan prácticas sociales en ambientes como el hogar y el colegio, además de sus descripciones de tradiciones chilenas del periodo, por ejemplo, la visita a diferentes pesebres en la víspera de Navidad o la preparación para Semana Santa, escenas acompañadas por adivinanzas en verso y cantos a lo humano y a lo divino (Rodríguez, Zorobabel. "Capítulos XXIX y XXX". La cueva del loco Eustaquio. Santiago: Imprenta chilena, 1863, p. 128-146).