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Revistas espiritistas

Los espiritistas chilenos fundaron numerosas revistas destinadas a promover el espiritismo, dar a conocer discusiones y noticias provenientes del extranjero, defenderse de sus opositores y, en algunos casos, ser voceras de sus centros.

Una de las primeras revistas espiritistas nacionales fue la Revista de Estudios Espiritistas, Morales i Científicos, la cual fue el órgano del Centro Espiritista de Santiago y circuló principalmente en el centro del país. Según el historiador Manuel Vicuña, con el estreno de esta publicación en 1875, se firmó "el acta de nacimiento del movimiento" (Voces de ultratumba. Santiago: Taurus, 2006, p. 39).

A comienzos del siglo XX, cuando el espiritismo ya contaba con varios círculos y centros en distintos lugares del país, nacieron nuevas revistas. Uno de los temas abordados por ellas fueron los métodos para practicar el espiritismo. En sus primeros números, la revista Reflejo Astral publicó un artículo donde entregó instrucciones para comunicarse con los espíritus. De acuerdo a esta publicación, la forma más efectiva de hacerlo era a través de un médium y se requería que todos los miembros del grupo conocieran previamente la doctrina espiritista del Libro de los Espíritus. Además, recomendaban que se utilizara una mesa de tres patas, en cuya cubierta debía formarse un triángulo con las letras del abecedario (cf. "Modo de comunicarse con los invisibles", n° 2, 27 de julio de 1901, p. 35).

Las revistas espiritistas también compartieron las actividades realizadas por los centros nacionales. Desde su tercer número, la revista A dónde vamos? publicó una sección permanente llamada "Del más allá", donde transcribió algunas de las supuestas comunicaciones con espíritus que se realizaban en estas asociaciones. Como estas sesiones generalmente se transcribían manteniendo al médium en anonimato, a diferencia de lo que ocurrió en Estados Unidos o Europa, las figuras públicas del espiritismo nacional fueron las revistas, sus directores, editores y colaboradores (cf. Manuel Vicuña. "El culto puertas adentro. El Espiritismo en Chile". Historia de la vida privada en Chile, volumen 2. Santiago: Taurus, 2005 p. 159).

En ocasiones, la periodicidad de las publicaciones espiritistas se vio afectada por problemas financieros, los que se resolvían mediante la colaboración de sus seguidores (cf. Yerko Muñoz. "Espiritismo y espiritistas en Chile: de la secularización a la 'otra lógica'. Revista Sociedad y Cultura, n°1, p. 75). Esta problemática se reflejó en La Voz de los Muertos, publicación que no estaba asociada a un centro en particular ni tenía una periodicidad fija, y se financiaba a través de donaciones. En su undécimo número, respondió a los lectores que reclamaban su poca frecuencia, afirmando que se debía a la falta de medios pues, a diferencia de los católicos, sus redactores no lucraban con la doctrina.

Las revistas, generalmente distribuidas previa suscripción, también fueron una plataforma para cohesionar el espiritismo no solo a nivel nacional, sino que también internacional, puesto que en sus números publicaron artículos de autores extranjeros sobre el tema (cf. Manuel Vicuña. "El culto…", p. 158). La Revista de Estudios Psíquicos publicó numerosas veces este tipo de artículos. Uno de ellos fue una carta titulada "El espiritismo en la Academia de las Ciencias" (n° 130, mayo de 1914), firmada por el Comandante Darget y dirigida al secretario perpetuo de la Academia de las Ciencias de París. En ella, Darget presentó una memoria donde se refirió a las fotografías como evidencia objetiva del espiritismo.