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Relaciones entre servicio doméstico y criminalidad

Para las élites gobernantes algunos sectores de la población fueron considerados como peligrosos, debido a que los valores de estos grupos no coincidían con los que ellos profesaban. Uno de estos casos fue el sector obrero y también el servicio doméstico, los que fueron asociados con múltiples formas de criminalidad.

De esta forma, aparecieron figuras criminalizadas, propensas al hurto, robo, abuso de confianza o asesinato, las que debían ser controladas por el Estado y la élite, porque tenían acceso a la intimidad de la familia empleadora. El lazo entre el servicio doméstico y la criminalidad fue uno de los aspectos que se puede verificar en los volúmenes del Anuario Estadístico de la República de Chile o en la Gaceta de los Tribunales. En el primero, se da cuenta de los oficios de las reas en las secciones de "Estadística criminal" y "Cárceles", siendo el servicio doméstico uno de los principales citados. A su vez, se detallan los tipos de delitos por ocupación o profesión, mostrando la preponderancia de los delitos ligados a la propiedad (hurtos, robos, abigeatos). A su vez, en la Gaceta de los Tribunales, se recogen las sentencias de los casos ocurridos en el año, mostrando la participación de los empleados domésticos en la justicia, en tanto acusados, víctimas o testigos.

Sin embargo, desde una posición socialmente más crítica, el servicio doméstico también aparece como la víctima de una violencia doméstica y social que lo obliga, sobre todo las mujeres, a recurrir al aborto, al infanticidio y a la prostitución, todas formas que aparecen condensadas en el personaje de Augusto d'Halmar, Juana Lucero (1902). Las relaciones entre el servicio doméstico y la prostitución fueron analizadas por los médicos de principios del siglo XX, quienes estuvieron encargados de analizar las causas y consecuencias de la prostitución. Esta comenzó a ser un problema debido a la explosión demográfica del fenómeno y al avance de la sífilis, lo que se tradujo luego en reglamentaciones a nivel legislativo. En este caso, la relación se dio porque los estudios médicos mostraron que el servicio doméstico era el oficio anterior más citado por las prostitutas, dando cuenta de esta forma de la fragilidad laboral y sexual de las empleadas domésticas.

Pero las relaciones del servicio doméstico con la justicia no se limitaron a este ámbito, sino que también apareció como testigo y divulgador de la intimidad, criminal y/o escandalosa, de sus empleadores, por ejemplo en los juicios por asesinato, como el de Sara Bell (1897), donde aparece la figura de la sirvienta María Requena, o en los juicios civiles y eclesiásticos por divorcio.

Por último, en todos los estratos circularon menores que eran colocados por sus familiares directos o por la beneficencia, en ausencia de una justicia de menores, la que aparecerá recién en 1928. Estas colocaciones tenían como fin la protección del menor, sacándolo de un ámbito familiar considerado inapropiado y/o peligroso. De esta forma, se esperaba que los empleadores dieran a estos niños una instrucción mínima y un oficio, en un afán de control de la delincuencia y de la moralidad de la "infancia desvalida".