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La fotografía chilena (1911)

Con los mejores propósitos y expectativas para el futuro, saludamos a nuestros lectores aficionados, no dudando que seguirán como hasta aquí prestando su apoyo y favor a La fotografía chilena, que no omite sacrificio para servirles, y contribuyendo así a levantar el entusiasmo de los aficionados y a refinar el gusto artístico entre nosotros, sacando a la fotografía de la baja opinión en que se la tiene en general (…) y colocarla en el lugar que merece y en el que es universalmente considerada hoy día, en todos los países civilizados: como un verdadero ARTE

(Chesebrough, Alberto. La fotografía chilena. Año 1, número 6, diciembre de 1911).

Si bien desde fines del siglo XIX las fotografías comenzaron a ser parte cada vez más importante de las publicaciones periódicas chilenas, la primera revista nacional dedicada exclusivamente a la fotografía se publicó en 1911.

La fotografía chilena se ocupó de distintas dimensiones de lo fotográfico, pero hizo especial énfasis en su aspecto artístico, a partir del tratamiento de la composición estética y la difusión de la fotografía artística por intermedio de concursos para aficionados. Su primer número apareció en el mes de julio de 1911, bajo la dirección de Juan Alberto Chesebrough, quien se había hecho conocido en la exposición de Arte Fotográfico organizada por El Mercurio de Santiago en octubre de 1904 y por obtener el primer premio en el Salón Anual de Arte Fotográfico de la revista Zig-Zag, en septiembre de 1907 (Rodríguez Villegas, Hernán. Historia de la Fotografía en Chile. Santiago de Chile: Boletín de la Academia Chilena de la Historia, 1985, p. 224).

Con ilustraciones en sus portadas del artista italiano radicado en Chile, José Foradori, La fotografía chilena contó con la colaboración de algunos destacados representantes de la disciplina fotográfica durante la época, como Enrique Forestier, el francés radicado en Chile, León Durandin (1897-1955), o Emilio Bonnefoy.

Entre los temas tratados con mayor frecuencia en la revista, el carácter artístico de la fotografía ocupó varias de sus páginas. Desde su primer artículo, "Los procedimientos de arte", firmado por Emilio Bonnefoy, se presentó a la fotografía como una disciplina capaz de producir obras únicas, haciendo énfasis, por un lado, en los procesos de composición y, por otro, en los procesos de desarrollo del negativo y del positivo, como instancias características de lo fotográfico.

Los textos de la revista estaban dirigidos al aprendizaje de fotógrafos recién iniciados, por lo que se enfocaron en describir cada uno de los procesos del registro fotográfico, promocionando, por medio de avisos, materiales fotográficos y casas de venta de artículos como "Le comptoir d'optique et de photographie Santiago" de León Durandin o la Casa Hans Frey.

Con el fin de difundir y fortalecer la práctica de la fotografía, a partir de su primer número, la revista convocó a un "concurso de aficionados" en el que se pedía "para tener entrada a estos Concursos", de manera explícita, "que las obras sean ejecutadas por procedimientos únicamente fotográficos, ya sea por impresión automática o con intervención manual" (La fotografía chilena. Año 1, número 1, julio de 1911, p. 16).

En el sexto número, de diciembre de 1911, se publicó la lista de fotografías finalistas que serían premiadas el mes siguiente en los Salones de la Confitería Camino de la Plaza de Armas. A pesar de anunciar la publicación de la fotografía ganadora en el séptimo número de la revista, tras estas seis ediciones, La fotografía chilena dejó de ser publicada.