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Los beneficios sociales para los trabajadores de Ferrocarriles del Estado

La Empresa de Ferrocarriles del Estado nació en medio de los problemas sociales que afectaron a los sectores populares en Chile desde mediados del siglo XIX, tales como el hacinamiento, el alcoholismo y el analfabetismo. En ese contexto, la Empresa lideró numerosas iniciativas para mejorar la calidad de vida de sus trabajadores. Por ello, la visitadora social Emilia Camacho declaró en 1933 que "el personal ferroviario goza de muchos beneficios que hacen su situación privilegiada entre los trabajadores y empleados" (El servicio social en los Ferrocarriles del Estado, p. 33).

Una de las más relevantes de estas iniciativas fue la destinada a solucionar el problema de la vivienda, pues los obreros vivían en condiciones de hacinamiento e insalubridad. Durante los primeros años del siglo XX, varios profesionales publicaron estudios y planes para el establecimiento de cooperativas de trabajadores de Ferrocarriles del Estado, con el objetivo de brindarles habitaciones "baratas, aseadas e hijiénicas" (Águila, Isaias. Construcción de habitaciones para obreros: estudio para demostrar la posibilidad de establecer sociedades cooperativas, de obreros i empleados de los ferrocarriles del estado, u otros gremios, p. 5) que pudieran pagar a largo plazo.

La Caja de Retiros y de Previsión Social de los Ferrocarriles del Estado, creada por ley en 1918, facilitó la compra, arriendo y edificación de propiedades para sus empleados y obreros. Además, la Caja estableció un fondo de retiros para la jubilación de los trabajadores. Según Marco Zelada, esta institución fue "una de las más fuertes organizaciones sociales de la República" (Aporte al conocimiento de la legislación social ferroviaria: génesis de la Caja de Retiros de Previsión Social de los FF.CC. del Estado, p. 1).

Además de la Caja, la Empresa tuvo numerosas instituciones de bienestar, tales como el servicio sanitario, la sociedad cooperativa ferroviaria de consumo y el servicio social. Este último, establecido en 1933, estuvo a cargo de visitadoras sociales y tuvo "como fin esencial el bienestar material y moral de las familias" (Camacho, Emilia. El servicio social en los Ferrocarriles del Estado, p. 3). Sin embargo, en un estudio realizado sobre este servicio, Emilia Camacho consideró que el personal de Ferrocarriles del Estado careció de beneficios como el servicio médico a la familia, salarios familiares, cajas de compensación, entre otros. De acuerdo a la autora, esto se debió a que en la Empresa primó "el criterio económico y faltan, por consiguiente, comprensión y espíritu social" (El servicio social en los Ferrocarriles del Estado, p. 33).