Subir

La juventud estudiosa

A inicios del siglo XX, irrumpió en América Latina un sujeto social que hasta entonces era "poco visible y que para muchos será el motor de todas las transformaciones" en el continente "hasta la década de los años 70: la juventud -en ese momento elítica- estudiantil y artística". Los jóvenes estudiantes comenzaron a adquirir conciencia de su condición y de un deseo común: "'lo joven-universitario' era la hipérbole de la transformación sociocultural. La radicalización del ideal ilustrado de 'progreso' y democracia" (González, Yanko. "Bohemios y militares: Identidades juveniles en Chile (1900-1952)". González, Yanko y Feiza, Carles. La construcción histórica de la juventud en América Latina. Bohemios, rockanroleros y revolucionarios. Santiago de Chile: Editorial Cuarto Propio, 2013, p. 338-340).

En el caso de Chile, la fundación de la Federación de Estudiantes, en 1906, fue un hito relevante para la conformación y posterior desarrollo del pensamiento y acción de la juventud como nuevo actor social en el país. En sus comienzos y hasta 1929, esta entidad reunió a los alumnos de la Universidad de Chile, a asociaciones de estudiantes secundarios y de establecimientos de instrucción especial (Rocca, Marco Antonio. "Presentación". Presencia de la Fech en la vida nacional 1955-1961. Santiago, Chile: Ediciones Forja, 2013, p. 13).

Esta toma de conciencia de la juventud de su carácter colectivo, diferenciado de otros grupos sociales y con propósitos propios, se expresó en las páginas de la revista Juventud, órgano de la Federación de Estudiantes, bajo la idea de la "juventud estudiosa", autodenominación que estuvo presente no solo durante su primera época, entre 1911 y 1912, sino que también en su reaparición en 1918 y en el nuevo medio de la Federación, Claridad, periódico que se comenzó a publicar en 1920.

La "juventud estudiosa" se consideraba a sí misma como la llamada a liderar y generar los cambios sociales y culturales en el país. En esta línea, la publicación de Juventud fue una de las estrategias para canalizar ese fin. En el artículo "Juventud", prospecto que apareció en el número 1 de la publicación, ante el hecho coyuntural de un proyecto de reforma educacional propuesta por el Ministro de Instrucción Pública del periodo, la Federación reflexionaba acerca del atraso cultural de Chile en comparación con "otros países hermanos", específicamente, respecto a las universidades de Buenos Aires y La Plata, en Argentina.

Ante la brecha cultural que observaba la Federación, la revista se proponía como un medio que venía a subsanar tal condición y "aunque solo sea a despertar el apetito intelectual". Por ello, sus páginas estaban orientadas a publicar obras de diferentes disciplinas y se proponía "estrechar la unión entre profesores y alumnos, a mantener una atención constante sobre los ideales y los problemas científicos, sobre la buena literatura nacional y extranjera y sobre toda clase de manifestaciones artísticas. Será a la vez un libro y un periódico, encerrará enseñanzas y abrirá campañas. Todo el espíritu de la juventud: sueños, ideales y energías, llenarán sus páginas. ¡Vosotros, los que desconocéis los propósitos de la Federación de Estudiantes, ved si no alientan en el corazón de cada uno de sus miembros, los anhelos más ardientes por la cultura y por la raza!" (Federación de estudiantes de Chile. Juventud. Año I, número 1, 1911, p. 1-2).

En el número 4, a propósito del aniversario de los cinco años de fundación de la Federación de Estudiantes, Juventud incluyó los discursos que el presidente en ejercicio y los expresidentes de la organización habían pronunciado en la ceremonia, los que se mostraron en consonancia con el pensamiento expresado en la primera edición de la publicación, respecto del rol de la "juventud estudiosa".

Entre estos discursos, el de José Ducci Kallens (1884-1931), primer presidente de la Federación, hizo alusión a la idea de responsabilidad de la "juventud estudiosa" ante los desafíos de la regeneración social y cultural que se propusieron: "Hace ya veinte años que se lucha en decadencia y que se siente la incertidumbre que trae la pérdida de los más altos anhelos de progreso y de bienestar social". En este escenario, para Ducci, la "juventud estudiosa" detenta una misión salvadora: "Así, con la confianza que imprime la comunidad de las ideas, con el empuje que da la unión y el conocimiento mutuo, la Federación de Estudiantes, donde se cultivan y se desenvuelven necesariamente, los más ilustrados, los más completos y los más aptos miembros de la sociedad, se ha trazado la senda salvadora".

En línea con la creencia de esta misión, Alejandro Quezada, presidente de la Federación en 1911, insistió en la idea de que la Federación tenía un programa concreto para lograr esa regeneración cultural y social, ante las críticas de "los espíritus escépticos" que se preguntaron cuál era la obra y fin de la federación. En respuesta hizo alusión a algunas iniciativas de la Federación, entre ellas, a las escuelas nocturnas que mantenían los estudiantes y a las instancias de intercambio con alumnos otros países.

Revista

Artículo