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Páginas de sangre de la historia de Chile (1932)

Páginas de sangre de la historia de Chile (1932) es una recopilación de artículos históricos de Daniel Riquelme publicados originalmente en La Libertad Electoral (1886-1901), entre fines de 1893 y principios de 1894. Editados por la Editorial Ercilla, como parte de su colección "Biblioteca Vida Chilena", los artículos conforman la serie "Historia de dos crímenes", que narra dos sucesos acaecidos durante el año 1837: el fusilamiento de tres vecinos liberales de la comuna de Curicó y el asesinato de Diego Portales Palazuelos (1793-1837).

Riquelme encabezó esta serie de artículos con un epígrafe de Benjamín Vicuña Mackenna (1831-1886): "El motín de Quillota es el eco del patíbulo de Curicó" (Riquelme, Daniel. Páginas de sangre de la historia de Chile. Santiago: Ercilla, 1932, p.12), con el objetivo de ligar, discursivamente, el motín de Quillota que condujo al asesinato de Portales y la ejecución de los vecinos liberales de Curicó.

El primer conjunto de artículos, "El de Curicó", da cuenta de la suerte de Manuel Barros, Faustino Valenzuela y Manuel José Arriagada -residentes liberales de Curicó-, acusados de conspirar contra el intendente de Colchagua Antonio José de Irisarri (1786-1869) -calificado como un hombre "cruel" y "autoritario"-, además del posterior juicio llevado por el Consejo de Guerra y el fusilamiento de los acusados en abril de 1837.

La narración de Riquelme sigue la visión reprobatoria de Vicuña Mackenna en D. Diego Portales: introducción a la historia de los diez años de la administración Montt (1863), respecto al breve juicio y la pena injusta que sufrieron los vecinos liberales, por no existir pruebas definitivas más que la confesión, de origen dudoso, de Valenzuela y testimonios de vecinos que tenían fama de ser delincuentes en Colchagua, por lo que las declaraciones entregadas también fueron puestas en duda.

La segunda parte de la "Historia de dos crímenes" se titula "Muerte de Portales". Los artículos se centran en la exposición de las causas y consecuencias del motín de Quillota y la relación entre Diego Portales y José Antonio Vidaurre (1798-1837). Hacia 1837, Vidaurre se había convertido en un hombre de confianza para Portales, quien lo nombró Jefe de Estado Mayor del Ejército.

Durante toda la narración, el texto de Riquelme contrasta el fuerte carácter de Portales -que en su calidad de Ministro de Guerra y Marina tuvo una actitud decidida a favor de la guerra contra Perú y Bolivia (1837-1839)- y su ciega confianza hacia el coronel Vidaurre, quien encabezó la sublevación del regimiento Maipú que derivó en su ejecución: "Toda la grandeza de alma que se suponga en Portales, no basta para dar clave de su porfiada y candorosa ceguedad con Vidaurre, si es que aquel hombre extraordinario se empeñó en juzgar el corazón de su culto enemigo por su propio corazón" (Riquelme, p. 43).

En sus Páginas de sangre de la historia de Chile, Daniel Riquelme hizo énfasis en la reacción de los ciudadanos de Valparaíso tras la muerte de Portales, quienes "santificaron" su figura: "Y lo que siempre sucede ante el espectáculo de la muerte, sobre todo cuando ella es obra del crimen: la víctima fue santificada en la indignación de la conciencia pública sobreponiéndose a todo otro sentimiento, aun a los de justicia, el horror del martirio" (Riquelme, p. 79).

En este sentido, la muerte de Portales y sus reacciones inmediatas, que Riquelme y otros escritores decimonónicos relataron, según propone Juan Carlos Arellano, fueron utilizadas políticamente por el gobierno de José Joaquín Prieto Vial (1786-1854) con el fin de validar la guerra contra la confederación Perú-boliviana y, segundo, como una estrategia retórica destinada "a inmortalizar su figura colocándolo en el panteón republicano con el objetivo de legitimar el orden imperante" (Arellano, Juan Carlos. "La invención del mito de Diego Portales: La muerte y el rito fúnebre en la tradición republicana chilena". Atenea, 2011, p. 162).