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los niños

Durante la Colonia, el nacimiento y la muerte eran actos esencialmente domésticos. Todos los nacimientos sucedían en el lecho de la madre, quien estaba acompañada por la partera y las personas más cercanas. Los recién nacidos de la elite dormían en una cuna de mimbre, la que se mecía a través de una cuerda. Una costumbre, presente en los sectores aristocráticos, era contar con nodrizas que se encargaban de amamantar a los pequeños.

Si el niño lograba sobrevivir a la fase crítica de los primeros meses, se organizaba el primer ritual de integración en la vida católica: el bautizo, sacramento que celebraba el nacimiento, la sobrevivencia del niño y su incorporación a la Iglesia Católica.Ante los altos índices de mortalidad infantil, el Sínodo Diocesano de 1688 estableció que los niños fueran bautizados lo más pronto posible para que, en caso de fallecimiento, no murieran sin ser incorporados a la comunidad católica. En concreto, el rito consistía en lavar el cuerpo del menor con agua de romero u otras yerbas caseras, para luego ponerle una camisola nueva y abrigarlo con un tejido de bayeta.

Los menores no deseados eran abandonados afuera de las iglesias, en la puerta de una casa aristocrática o bien dejándolos morir en lugares eriazos. Este abandono extendido generó una circulación constante de niños en las calles.

Tempranamente, los niños aprendían una serie de códigos que se diferenciaban según el género. Si se trataba de una niña, la enseñanza básica se centraba en temáticas de administración doméstica y a ser discretas y fieles, mientras que en el caso de los niños, aprendían desde pequeños nociones militares y a controlar sus emociones y actos.

El día a día de los niños estaba marcado por su condición social. Los que eran parte de la aristocracia pasaban a la recámara, una pieza anexa a la de sus padres, en la que estaban junto a la servidumbre especialmente encargada de sus necesidades.Los niños de los sectores populares dormían sobre cueros extendidos en el suelo de los ranchos. A raíz de lo estrecho del espacio en los ranchos, el espacio de sociabilización de ellos eran las calles, donde jugaban y aprendían.

Ya a los 12 años se consideraba que el niño había completado la etapa de habilitación básica, luego de aprender las enseñanzas sociales dependiendo de su sexo y de recibir tanto el bautizo como la primera comunión que representaba el paso de la niñez a la responsabilidad cristiana.