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Las vacaciones y el automóvil

La llegada del automóvil, a partir de 1902, trajo una serie de modificaciones en los desplazamientos e impactó positivamente al turismo de aquellos años. A diferencia de los trenes, las personas podían hacer sus propios itinerarios de viaje con el automóvil. Así, surgieron dos tipos de viajeros en el país: los que preferían llegar en el menor tiempo posible al lugar de destino y que solían elegir el tren; y aquellos que deseaban disfrutar los parajes del camino optaban por los vehículos como medio de transporte en las vacaciones.Como señala el historiador Rodrigo Booth "los automovilistas construyeron su identidad estableciendo una oposición simbólica con el ferrocarril y con el modo de viajar de sus pasajeros. Los propietarios de automóviles consideraban que el viaje en tren estaba desprovisto de todo interés ya que en sus vagones se evitaba todo contacto con la naturaleza" (Booth, Rodrigo, "El paisaje aquí tiene un encanto fresco y poético: Las bellezas del sur de Chile y la construcción de la nación turística", en HIB: revista de historia iberoamericana, 1989, Vol. 3, Nº. 1, 2010, págs. 10-32).

A raíz del arribo de los vehículos motorizados, comenzaron a surgir los viajes por los pueblos de los alrededores de Santiago como Maipú, el Cajón del Maipo o Apoquindo. El atractivo de estas prácticas no era solo el disfrute de los paisajes naturales, sino también el camino que se debía recorrer. Hoyos, piedras sueltas, pantanos, ausencia de señales de tránsito y empinadas cuestas eran algunas de las dificultades enfrentadas por los viajeros que utilizaban el automóvil. Las experiencias de viajes de los automovilistas quedaron plasmadas en publicaciones tales como la revista Auto y Aero y Auto y Turismo, creadas a partir de la década de 1910, en cuyas páginas aparecían crónicas de viajes, imágenes y datos de interés de lugares como termas, pueblos rurales, zonas campestres, lagunas y sectores montañosos relativamente cercanos al área urbana de Santiago.

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