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Casa Grande

Cuando Luis Orrego Luco publicó Casa Grande (I y II) en 1908, se produjo un gran escándalo social. Lo más conspicuo de la sociedad aristocrática santiaguina se vio retratado en esas páginas, que fueron interpretadas como una novela en clave.

La dimensión del enojo social que produjo esta obra, fue proporcional a la verdad develada: el sector aristocrático de la sociedad llevaba años sobreponiendo el lucro a sus principios morales y sociales. Ese cambio, en un escenario en que las familias rectoras del país se descomponían mientras emergían otras que, por su dinero recién adquirido, podían gozar de privilegios sociales y políticos antes vedados, está agudamente retratado en la obra. "La sociedad entera se sentía arrastrada por el vértigo del dinero, por la ansiedad de ser ricos pronto, al día siguiente. Las preocupaciones sentimentales, el amor, el ensueño, el deseo, desaparecían barridos por el viento positivo y frío de la voracidad y el sensualismo", escribió Orrego Luco para justificar la temática de su novela.

Las discusiones suscitadas por la publicación de la novela provocaron que ésta se agotara de inmediato, por lo que se acudió a una segunda y, luego tercera edición del libro, hasta que en seis semanas ya se habían vendido seis mil copias, y continúa reeditándose hasta nuestros días. Luis Orrego Luco observó esta venta masiva con sorpresa, puesto que en esa época Chile no era un país muy dado a la lectura. Sin embargo, la importancia de esa recepción no provino precisamente del mérito propio, sino porque fue considerada como un documento que subrepticiamente representaba a ciertas personas de la aristocracia santiaguina. Fue debido a esta equivocada interpretación que Luis Orrego Luco sufrió desprecios y agresiones de parte del público lector: "Me llovían los ataques, en pos de las alabanzas; me insultaban, me calumniaban, me formaban escenas en los bailes y sentía en la atmósfera los signos que anuncian escenas tempestuosas".

No fue, por otra parte, la crítica social la única que levantó banderas contra Casa Grande, también lo hizo la crítica literaria, como Alone, por ejemplo, quien señaló que la novela estaba repleta de imágenes melancólicas, irónicas o inútiles que la invalidaban como obra de arte. Al poco andar se sumó también la iglesia quien, por medio de la prensa católica, no demoró en combatir lo que consideró una obra inmoral y contraria a los principios religiosos al ver, en la crisis matrimonial del relato, argumentos en pro del divorcio. Por otra parte, otros dijeron que era un libro de escándalo y de negocio, cuando nadie podía ignorar que se había vendido a precio de costo.

A pesar de los ataques y el conflicto originado por la novela, Luis Orrego Luco guardó silencio profundo por un año. Así, recién el 6 de julio de 1909 publicó sus declaraciones en El Mercurio de Santiago, continuándolas el 7 y 8 de julio en ese mismo diario. En esa ocasión el escritor explicó que Casa Grande no era una novela de clave como se había interpretado, sino que su intención fue "hacer el estudio 'de un matrimonio" dentro de la 'nueva' sociedad chilena y en la época actual de transición". En estos artículos Orrego Luco explicó paso a paso el proceso de escritura de la obra, justificando su elección de retratar la alta sociedad santiaguina.

En esa época, el autor pronosticó acertadamente que "los que más tarde se ocuparen de nuestra vida chilena experimentarán cierta curiosidad al saber que esta novela despertaba discusiones un año después de escrita".