Desde fines del siglo XIX hasta la primeras décadas del siglo XX, el abogado Ricardo Anguita Acuña se dio a la tarea de compilar, en forma ordenada y fácil, las cientos de leyes promulgadas por la República de Chile a partir de 1810, publicadas en el Boletín de Leyes y Decretos y en el Diario Oficial.

Así, mientras se desempeñaba en diversos cargos de la administración pública e ingresaba como relator de la Corte Suprema, llevó a cabo la publicación de cinco volúmenes más un índice general de las leyes promulgadas en Chile desde 1810 hasta el primero de junio de 1913. Posteriormente agregó un volumen con las leyes comprendidas entre 1913 y 1918.

Al presentar su obra, el autor señaló que había "compuesto este libro por pedido y consejo de innumerables funcionarios públicos, profesionales, estudiantes, hombres de negocios, políticos y simples particulares, quienes me han representado las dificultades con que hoy tropiezan en el estudio y consulta de las leyes, asegurándome que con realización de esta empresa llenaría yo una verdadera necesidad pública y serviría a generales intereses".

La compilación en los cinco volúmenes es muy completa, comprenden las principales leyes promulgadas entre 1810 y 1918, siguiendo un orden estrictamente cronológico. El primer volumen comprende las principales leyes promulgadas entre 1810 y 1854; el segundo, entre 1855 y 1886; el tercero, entre 1887 y 1901; el cuarto, entre 1902 y 1913; y el quinto, es un suplemento que abarca las leyes entre 1913-1918. Cada uno de ellos contiene un índice alfabético. Acompañando estos volúmenes, Anguita realizó un notable índice general de las leyes promulgadas, en el que presentó, en orden alfabético, no sólo el título de la ley y su año de promulgación, sino que además incluyó todas las disposiciones relativas a la mencionada ley, que fueron dictándose a lo largo del tiempo. En un elogioso comentario, el intelectual Enrique Matta Vial señaló que en el índice se puede buscar por ejemplo "una ley sobre construcción de un ferrocarril, se encuentre en las voces genéricas 'construcciones públicas', 'obras públicas', 'ferrocarriles', etc. y en las voces analíticas, especificas que con el ferrocarril tienen relación, como ser el nombre del constructor, el de las ciudades extremas que él une, la fianza que el empresario o constructor debe rendir, las garantías de gobierno... etc."

La obra tuvo varias reediciones y se transformó en un libro obligado de consulta para abogados e historiadores. Anguita, por su parte, juró como ministro de la Corte Suprema en 1923 y se convirtió en su Presidente en 1927, jubilando unos meses después.