La Escuela de Medicina de la Pontificia Universidad Católica fue fundada en 1929 por el Rector Monseñor Carlos Casanueva, pero inició sus clases el año siguiente impartiendo asignaturas como Biología, Anatomía, Química y Física Medica y Botánica. En un principio no existían las condiciones para ejercitar los aspectos clínicos de la profesión, por lo que los alumnos, luego de cumplir con los primeros ramos básicos, debían completar sus estudios en la Universidad de Chile.

Joaquín Luco, director de la Escuela, se dedicó en la década del 40 a darle un enfoque científico a la carrera fortaleciendo la investigación desde los primeros ramos básicos. En numerosos escritos Luco relata la precaria situación material con que se iniciaban estos primeros laboratorios. Para mejorar la situación, durante los primeros años, contó con el apoyo de profesores como Héctor Croxatto, Fernando Huidobro y Luis Vargas quienes compartían la necesidad de fomentar el conocimiento científico.