Subir

Obras Coreográficas de Carmen Beuchat

Siempre me dijeron que mis pinturas eran mis coreografías. Tiene un sentido, un profundo sentido. Yo me quedé en lo práctico cotidiano, en la composición de las cosas... yo uso mucho la pintura para estudiar el espacio…

(Beuchat, Carmen. Carmen Beuchat: Modernismo y Vanguardia. Cuarto Propio, 2009, p.117)

La pasión de Beuchat por la creación coreográfica la ha llevado a mantenerse en una constante creación de obras, estudios, fraseos y experimentaciones.

Su trabajo como coreógrafa se inició con Trío 65 y, luego, con la realización de obras como Jerónimo Bosch en 1967, que contaba con la participación de Vicky Larraín, Joan Turner, Kai Peronard y con los diseños de Marco Correa.

Si bien parece prácticamente imposible realizar una cronología de todas las obras y performances en las que Carmen Beuchat ha participado o, incluso, de sus propias creaciones, se pueden reconocer ciertos momentos en los que sus trabajos coreográficos fueron tomando matices específicos en relación con sus propios contextos históricos y sociales.

Se puede reconocer un primer momento de la creación coreográfica de Beuchat ligado a la estética de la danza expresionista entre sus estudios de danza y su etapa de bailarina del Ballet Nacional.

Un segundo período, marcado por la creación del colectivo Trío 65 que, movido por un afán de ruptura con la institucionalidad de la danza chilena, flexibilizó el lenguaje del modernismo, rompiendo con sus estructuras tradicionales. Esta etapa rupturista se consolidó en el momento en que Beuchat se estableció en Nueva York hacia fines de la década de 1960. Allí, rápidamente pasó a ser parte de lo que hoy conocemos como danza posmoderna norteamericana, bailando en la primera compañía de Trisha Brown y formando el colectivo de improvisación The Natural History of the American Dancer.

Hacia mediados de la década de 1970, se podría hablar del comienzo de una cuarta etapa de trabajo más personal. A partir de los conceptos de composición de la danza posmoderna, Beuchat exploró coreografías para solos, dúos y tríos. Establecida como una de las coreógrafas experimentales de la escena neoyorkina de la época, colaboró con artistas visuales, fotógrafos, audiovisualistas, entre otros, mostrando sus obras generalmente en sus propios lofts habitacionales, los cuales abría para el público en general.

Hacia mediados de los años ochenta, Carmen Beuchat comenzó lo que se podría considerar una quinta etapa en su desarrollo coreográfico. Esta etapa, que se torna más formalista, se caracteriza por el desarrollo de obras con grandes grupos de personas (algunos alumnos, otros profesores o colegas) que fueron presentadas en gimnasios, museos y galerías.

Finalmente, a partir del año 1990, es reconocible un último período en el trabajo coreográfico de Carmen Beuchat en el que da forma a sus estructuras coreográficas, definiendo un lenguaje de mayor especificidad que es utilizado en sus montajes coreográficos hasta el día de hoy.