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Publicaciones de la prensa escolar

Las publicaciones escolares fueron, y siguen siendo, un dispositivo de comunicación relevante para generaciones que convivieron en las aulas de la escuela primaria y el liceo fiscal. Permiten acceder al mundo interno y a la visión de sociedad que tuvieron diversas colectividades educativas del país desde las expresiones y términos de sus propios actores. Sus títulos aluden a ideales y aspiraciones de sus protagonistas que se vinculan con los conceptos y valores que se enseñaban en los mismos espacios escolares. Denominaciones como El Progreso y La Luz adoptadas en 1894 por alumnos internos de los liceos de Talca y Concepción, respectivamente, o Penumbras del Liceo de Hombres de La Serena durante los decenios de 1900 y 1910, expresan tanto la interiorización de discursos ideológicos y tensiones sociales vigentes en la época como el rol de los estudiantes como portadores y difusores de un proyecto cultural modernizante y civilizatorio. Una evidencia de esto es el discurso de "simples colejiales" publicado por La Luz donde su portavoz proclamaba: "Ya no hay distancias entre la América y el Mundo de Ultramar porque todo lo vence el esplendor del progreso" (Juan N. 2° Mejías G. "Algo sobre el progreso", La Luz, Concepción, Año I, N° 8, 26 de agosto de 1894, 1).

En paralelo a estas ediciones estudiantiles, donde la mediación adulta era menos explícita, a inicios del siglo XX también circularon publicaciones creadas exclusivamente por profesores para sus alumnos, los que a su vez consideraban lectores mayores de edad. Un ejemplo de esto fue la revista Vida Artística del Liceo Artístico de Concepción fundada el año 1910, "en la época del Centenario de nuestra Independencia Nacional" lo que, a criterio de sus redactores, imponía "la obligación" de mantener "siempre latente el espíritu patriótico, y de encuadrar sus actos a nuestra vida de sociedad moderna y progresista" (Vida Artística, Año I, N° 1, Concepción, abril de 1910, 1).

En las páginas de estas publicaciones escolares es común encontrar alegorías sobre la construcción nacional, transformándose a veces sus estudiantes y actores educativos en promotores del credo nacionalista y también difusores de las identidades locales. Prueba de ello es el periódico infantil El Libertador fundado el año 1927 por los alumnos de la Escuela Superior N° 1 de Chillán.