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Alfabetizar a la población

La enseñanza de la escritura y la lectura del castellano se convirtieron en tareas prioritarias para la república. Con este fin se decretó, en junio de 1813, la creación de escuelas de primeras letras gratuitas para niñas y niños en toda ciudad, villa o pueblo con más de cincuenta vecinos. Se pensaba que una nación de ciudadanos "libres e iguales" debía crear las condiciones para que las personas pudieran educarse y así llegar a tener conciencia y ejercer su libertad. Según el censo de 1854 por cada 7,4 habitantes había uno que sabía leer y por cada 9,4 uno que sabía escribir. Para 1907 el número de analfabetos aún era muy alto, contabilizándose que un 48,4% de la población no sabía leer.

Al igual que en otros países de América Latina, la prensa escolar en Chile se desarrolló en contextos altamente desiguales, estando en un comienzo su audiencia sumamente restringida. Este fenómeno se amplió a ritmos diferentes, entre otras razones, por una mayor cobertura de la escolarización a través del sistema de enseñanza primaria, la cual empezó a ser obligatoria en Chile tras la dictación de la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria el año 1920.

A este proceso le dio un nuevo impulso la paulatina aplicación de los postulados pedagógicos que desde fines del siglo XIX buscaban una educación integral de los estudiantes. Según estos, además de la entrega de conocimientos tradicionales y memorísticos, debían incluirse facultades de observación y contemplación directa, actividad intelectual, juicio personal y habilidades para la investigación. De ahí que maestros y profesores a lo largo de todo Chile apoyaran la creación de revistas y periódicos escolares los cuales no solo demostraban la capacidad de niños, niñas y jóvenes para producir sus propias creaciones literarias y saberes escolares, sino que además su potencial para formar nuevas audiencias en liceos, escuelas y entornos locales. Ejemplo de este ímpetu fue la revista Vértebra creada el año 1934 por la academia científica del Liceo de Hombres de La Serena con el objetivo de despertar el interés por la ciencia en el "público estudiantil de la región". Este esfuerzo, al que se invitaba a alumnos de otros establecimientos de la provincia, buscaba hacer "brotar del fondo íntimo de cada estudiante un grito cuajado de interrogaciones, una suprema aspiración de claridad, un afán permanente de explicación" ("La Academia", Vértebra, Año I, N° 1, La Serena, 1° de junio de 1934).

Esta y otras publicaciones estudiantiles se sustentaron en secciones que retomaban la tradición de la prensa del siglo XIX, en las que se enseñaba a los lectores mediante adaptaciones de obras clásicas, críticas literarias a determinados autores, recomendaciones de películas, resúmenes de textos científicos, entre otras estrategias, que hacían más accesible la cultura letrada a públicos más amplios. Asimismo, algunas disponían apartados donde podían participar directamente los lectores a través de críticas a los escritos que se publicaban. En ocasiones, incluían polémicos comentarios de los comités de redacción a las colaboraciones que no se aceptaban para ser difundidas.

Si bien muchas publicaciones se abrían a un público amplio donde las generaciones de estudiantes, ex liceanos y adultos se confundían, hubo otras como Rayitos de la Escuela N° 10 de Concepción que se autoproclamaron como "órgano de publicidad infantil" estableciendo como su misión ser "la luz que iluminará las mentes de los niños y así como Camilo Henriquez [sic] alumbró la mente de los chilenos con 'La Aurora de Chile', 'Rayitos' alumbrará la mente de los colegiales con sus colaboraciones sencillas y atrayentes." Sus contenidos escritos en su mayoría por alumnos de nueve a trece años junto con situar la experiencia escolar en una épica nacional, introducían a sus pares en diversas lecturas y prácticas letradas a través de un lenguaje que despertaba pertenencia y cercanía con conceptos como "periodiquito" (Rayitos, Concepción, 18 de julio de 1929, Año I, N° 1, 1). En consecuencia la prensa escolar dispuso un espacio en el que por medio de la cultura escrita se elaboró, discutió y repensó el mundo, la cultura y la educación desde quienes diariamente le daban vida, constituyéndose sus estudiantes en agentes alfabetizadores.