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Autocromo

Durante sus sesenta primeros años de vida, la técnica fotográfica no permitía la reproducción del color, por lo que se pintaba encima de los retratos para alcanzar un mayor grado de mímesis. Esta técnica, llamada "iluminación", se limitaba, en la mayoría de los casos, a enrojecer las mejillas y dorar las joyas.

Sin embargo, en diciembre de 1903, los hermanos Lumière patentaron en Francia una técnica llamada "autocromo". Consistía en un negativo sobre placa de vidrio cubierto con una emulsión de féculas de papa tintadas en rojo, verde y azul, la cual permitía fijar el color. Usados entre 1907, fecha en la cual se comercializó el proceso, y 1935, cuando fue reemplazado por otra técnica (Kodachrome), los autocromos requerían un largo tiempo de exposición, por lo que los personajes debían posar durante un lapso prolongado y la naturaleza aparecía a menudo borrosa.

En Chile, esta técnica llegó muy rápidamente y fue usada en particular por los fotógrafos aficionados, como por ejemplo León Durandin -el primero en publicar una fotografía autocroma en portada de la revista Zig-Zag en diciembre de 1907-, Teodoro Kuhlmann, miembro de la Sociedad Fotográfica de Valparaíso, y Eugenio Ossa Lynch.