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El sonido del Matarife llega a la Biblioteca Nacional

La realidad del barrio Franklin y de la bohemia santiaguina, presenta la emergente documentalista y coreógrafa Francisca Keller, en su primer largometraje El Sonido del Matarife, que se exhibirá el próximo miércoles 22 de junio, a las 19 hrs, en la sala América de la Biblioteca Nacional.

21 de junio de 2011

El documental se basa en la vida de Raúl Tapia, ex matarife y cantor de tango, que hoy a sus 86 años recuerda el Santiago bohemio de los años 40 y 50, visión que se entrecruza con la mirada de esta joven realizadora que cuestiona la situación actual de la ciudad.

El film sitúa el sonido de una época pasada, como protagonista del relato y a través de melodías a cargo de Inti González, ex integrante de la agrupación artística Los Trukeros y actual miembro de Juanafe, fusiona la antigüedad con lo contemporáneo, permitiéndonos volcar la mirada en lo que existió.

En el documental el cuerpo se presenta una y otra vez y narra la crisis de la vejez en una ciudad que aplasta las costumbres y no reconoce las experiencias de los antiguos. Como señala Keller, "La Cultura parte en escuchar a nuestro viejos y saber realmente dónde estamos y quiénes somos".

Los Matarifes

Al estudiar la historia de Chile desde la perspectiva de sus trabajadores, o como muchos historiadores llaman desde "la historia del bajo pueblo", los matarifes aparecen una y otra vez entre los grupos sociales más importantes de la organización gremial del siglo XX.

Llegar a ser maestro matarife significaba tener un prestigio otorgado por la comunidad. Ser matarife, significaba en al imaginario popular, la realización de la profesión del torero.

Tal como relata su protagonista, matar a un animal proporcionaba el placer de un juego: clavar un punto, voltear el animal y degollarlo, significaba demostrar la hombría al modo de espectáculos tauromáquicos, para luego recobrar la energía invertida en el trabajo con la ingesta de su sangre u otros líquidos que el animal ya muerto emanaba.

El advenimiento de las nuevas tecnologías trajo consigo una nueva concepción del tradicional acto de dar muerte al animal, dejando de entender este como un acto sanguinario. De este modo los matarifes del matadero de Santiago perdieron sus costumbres, sin muchos de ellos poder adaptarse a las nuevas formas de trabajo.

Francisca Keller se aleja de los convencionalismos del cine documental para observar que rastro queda en lo físico, en el cuerpo, cuestionando y poniendo en crisis la elaboración de la palabra.

Desde ahí la imagen se vuelve un acto que nos permite entrar no sólo en el mundo emotivo de los intérpretes de la película, sino gatillar fuertes cuestionamientos en el espectador. Teorías que Francisca Keller también desarrolla en sus exitoso montajes escénico como La Carcelaria, estrenada en Matucana 100, y en Teatro UC en el marco del Festival Internacional Santiago a mil y la recién estrenada Carnados, obra transdiciplinar que tuvo un fuerte impacto de audiencia en el Centro Cultural Gabriela Mistral.

Esta vez Keller, respaldada por el fondo audiovisual 2010 y por un sólido equipo de trabajo, plantea un discurso que se convierte en una manifestación del patrimonio intangible de nuestra sociedad.

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