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Buenos Aires

María Luisa Bombal partió a la ciudad de Buenos Aires a instancias de su amigo Pablo Neruda, quien le recomendó hacerlo para alejarse de Eulogio Sánchez. Los años en la capital argentina fueron de gran dinamismo y productividad literaria. Allá se rodeó de los intelectuales más destacados de la época: conoció a Federico García Lorca, Luigi Pirandello, Victoria Ocampo, Adolfo Bioy Casares, Alfonsina Storni y al editor de libros Gonzalo Losada y trabó una estrecha amistad con Jorge Luis Borges. Fue así que llegó a colaborar en la revista Sur, creación de Victoria Ocampo.

Este ambiente intelectual propició la iniciación definitiva de María Luisa como escritora. En 1935 la editorial trasandina F.A. Colombo publicó su primera novela, La última niebla, la cual fue muy bien recibida por la crítica. Cabe destacar los positivos comentarios que de ella hicieron el español Amado Alonso, quien prologó la segunda edición, y el crítico chileno Hernán Díaz Arrieta (Alone).

En 1938 la editorial Sur publicó La amortajada, su segunda y más célebre novela. Con esta obra Bombal se consagró dentro de la escena literaria de vanguardia, al tiempo que comenzaba a vincularse a una literatura feminista aún incipiente, desarrollada en Latinoamérica por autoras como Victoria Ocampo. Ambas tuvieron entre sus principales influencias la obra de la inglesa Virginia Woolf, especialmente su célebre conferencia y ensayo Un cuarto propio (1928), donde reflexiona sobre la literatura escrita por mujeres.

Como parte de su colaboración con la revista Sur, a María Luisa Bombal se le encomendó escribir una crítica del filme argentino Puerta cerrada, del realizador Luis Saslavsky, protagonizado por Libertad Lamarque y estrenada en 1939. El favorable juicio que emitió dio pie para que el director la invitara a participar en la escritura del guión de su siguiente película, experiencia que inauguró la relación de la autora con el género cinematográfico.

Ese mismo año se la designó como representante del Pen Club de Buenos Aires en el Congreso Mundial de Pen Clubs en Nueva York. Con motivo de ello, la autora pudo realizar su primer viaje a Estados Unidos y cumplir su deseo de conocer y entrevistar al cuentista norteamericano Sherwood Anderson (1876-1941).